Euforia cefalópoda de Rubiales

El morreo

El "beso robado" solo tiene gracia en los 'revival' de películas clásicas, pero en la realidad es lo que es: un acto de dominio machista.

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El beso de Rubiales a Jenni Hermoso - 1

El beso de Rubiales a Jenni Hermoso - 1 / TVE

Pilar Rahola

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La gran Brigitta Lamoure lo ha resumido en un tuit oportuno: "Cuando ni siquiera bajaba a entregarles las medallas, y ahora las manosea". En una sola frase ha dejado retratado al todopoderoso -y astronómicamente bien pagado- Luis Rubiales, presidente de la Federación Española de Fútbol, en el doble ámbito de vergüenza: el morreo que se permite con una jugadora, en un gesto machista ejercido desde una posición de poder y la histriónica euforia que ha mostrado tras la victoria -alguien en X decía que parecía un borracho de bar a las cinco de la madrugada-, cuando hasta ahora la federación tenía completamente abandonado el fútbol femenino.

Solo hay que recordar los escándalos recientes, desde la protesta de las jugadoras en el 2015, que consiguieron hacer dimitir al seleccionador por las vejaciones, abusos y homofobia –"necesitáis un macho", les espetaba-, hasta la rebelión de 2019, cuando paralizaron con una huelga el fútbol femenino. De esa revuelta surgieron el derecho a quedarse embarazadas sin ser expulsadas, tener derecho a vacaciones, paro y prestación en caso de lesión, y un salario mínimo de 16.000 euros brutos. La más reciente es la protesta de 2022, cuando iniciaron un motín contra el seleccionador por "una situación insostenible a nivel de salud mental". El presidente Rubiales apoyó al seleccionador y señaló a las jugadoras que habían encabezado la protesta. Las que se mantuvieron firmes en la lucha fueron expulsadas del mundial y no han podido jugar la final. Es decir, ese mismo personaje que ahora las manosea y morrea castigó severamente a las jugadoras que luchaban por su dignidad profesional.

El beso de Rubiales a Jenni Hermoso

El beso de Rubiales a Jenni Hermoso. /

Este es el hecho: el fútbol femenino ha sido tratado como una rémora a lomo del tiburón masculino, tolerado más que respetado, y en todos los casos considerablemente abandonado. Como decía un comentarista deportivo, solo se ha salvado gracias a la persistencia de los clubs, sobre todo del Barça, y no por la Federación. Y sin embargo, ahora que con un enorme esfuerzo y mucha soledad han logrado un gran éxito, los Rubiales de turno se apuntan al triunfo como caballos enloquecidos, magreos y morreos incluidos. Es la famosa idea de que la victoria tiene muchos padres y la derrota es huérfana, solo que en este caso el padre que se lo apropia eleva la hipocresía a categoría cósmica. Por otra parte, nada es sorprendente en un personaje que ya protagonizó el escándalo de la Supercopa de Arabia, gracias a la cual se aseguraba un porcentaje millonario que habría ido a parar a su bolsillo. Y, por añadir, está denunciado a la fiscalía por una orgía "por el pago de una fiesta privada en la que invitó a 10 chicas jóvenes con tarjetas de la RFEF".

Por cierto, dentro del festival de la hipocresía, una mención a la protagonizada por la reina Letizia, que ahora se salta el protocolo y toma la copa como si fuera una jugadora, y en la Copa de la Reina (es decir, su propia copa) ni fue a entregar el trofeo a las jugadoras del Atlético de Madrid ni lo hizo con las del Barça en 2022. Claro que en este caso muchos catalanes le deberían de agradecer el menosprecio...

Pero si la apropiación del triunfo es una vergüenza considerable, la euforia cefalópoda del personaje con las chicas, morreo incluido, literalmente da asco. "No me ha gustado. ¿Pero qué hago yo?", ha dicho la jugadora Jenni Hermoso, que después ha hecho unas declaraciones sacando hierro, no en vano Rubiales es su jefe máximo. Y a partir de ahí, la mayor parte de la prensa española intentando reducir el gesto machista a simple categoría afectuosa. Lo denunciaba en un tuit el periodista Fonsi Loaiza: "La prensa internacional lleva en portada al machismo de Rubiales, presidente de la FE con un sueldo de 1.875 euros al día. Mientras en España están borrando en las redes el video y los medios de comunicación siguen blanqueándolo". Blanqueándolo o normalizándolo, que es la peor forma de blanqueamiento porque entonces, como ha denunciado Irene Montero, se convierte en una simple "algo que pasa" lo que es un acto de violencia sexual. ¿O no es violencia arrearle un morreo a una mujer sin su consentimiento? Y encima, con el añadido de hacerlo desde una posición de poder inequívoca. El "beso robado" solo tiene gracia en los 'revival' de películas clásicas, pero en la realidad es lo que es: un acto de dominio machista.