La Mesa del Congreso

'Cras credo, hodie nihil'

Puigdemont y su partido, Junts, han demostrado una solvencia negociadora hasta ahora no vista. Solo se trataba de resistir, exigir compromisos cerrados, no dejarse seducir y pactar derechos fundamentales

El último fleco de la negociación con Junts: Exteriores solicita por carta el uso del catalán, euskera y gallego en la Eurocámara

El catalán, la amnistía, Pegasus y el 17-A: ¿qué ha pactado el PSOE con ERC y Junts?

Carles Puigdemont en el Parlamento Europeo.

Carles Puigdemont en el Parlamento Europeo. / JOHN THYS

Pilar Rahola

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Parece que la frase del titular es obra del gran erudito romano Marco Terencio Varrón, que la habría acuñado en el siglo I a.C. para dejar claro que, si no hay confianza, debe haber hechos. Es el famoso "hoy no se fía, mañana sí" que el president Puigdemont ha convertido en axioma de su negociación con el PSOE. Y ha sido un principio tan fundamental que ha dejado en el aire el acuerdo para la Mesa del Congreso hasta el último minuto. Puigdemont había pedido hechos "comprobables", explicitada la total desconfianza con los socialistas, y el PSOE se resistía a firmar un documento oficial. Por último, a las ocho de la mañana, a poco de empezar la votación, el ministro José Manuel Albares entraba en el Registro del Consejo de la Unión Europea la petición del Reino de España para que las lenguas catalana, vasca y gallega sean oficiales en la UE, y se comprometía a que se tramite en el pleno del consejo de Asuntos Generales que se hará del 19 de septiembre. La copia del documento sellado llegaba a Waterloo minutos después.

Es así como, gracias al "hoy no se fía" de Puigdemont, se impedía una nueva estafa socialista con el catalán y se conseguía un hito histórico del catalanismo político. Dado que la petición deberá cumplirla el presidente de la UE, que este será Pedro Sánchez y que deberá hacerse antes de la investidura, parece que el acuerdo está blindado. Tras décadas de reivindicaciones y promesas incumplidas, un simple pacto para la Mesa del Congreso, sin vinculación alguna con la investidura, ni presupuestos, ha tenido éxito. Y este éxito lo ha logrado el independentismo 'no surrender' de Puigdemont, es decir, aquel que ha sabido resistir y no se ha dejado seducir por promesas vacuas. En este sentido, es evidente que este triunfo es una sonora bofetada al posibilismo servil de ERC, que pese a tener la clave de la investidura y los presupuestos, nunca ha logrado nada sustancial para Catalunya. Sin duda alguna, y más que nunca, resistir es vencer.

¿Cuáles son las claves de este éxito de Junts? El primero ha sido la inteligencia en las formas de negociación. Puigdemont utilizó el silencio, dejó clara la desconfianza con el interlocutor y planteó el acuerdo en términos de contrato oficial, en lugar de perderse en palabras. Segundo, no ha planteado la negociación al estilo de 'qué hay de lo mío', no ha pedido presidencias de comisiones, ni un puesto en la Mesa, ni nada que no fuera, estrictamente, un acuerdo político. Es decir, no ha pactado la 'pagueta', sino un derecho fundamental para Catalunya. Y, como colofón de enorme importancia, este acuerdo solo sirve para constituir la Mesa, no tiene valor premonitorio alguno y no significa un pacto previo para la investidura. Todo lo que ha de venir debe ser un camino que hay que recorrer de nuevo, y siempre en estos mismos términos: sellado con documentos oficiales, y sobre conceptos políticos que afectan a los derechos de Catalunya. Es decir, Puigdemont ha enseñado los dientes y ha dejado claro, hasta sus últimas consecuencias, que los socialistas no tienen crédito: en Waterloo hoy no se fía.

Pero todavía hay más, porque al acuerdo histórico por el catalán como lengua oficial en Europa hay que sumar otros dos acuerdos: el uso del catalán en el Congreso, que se utilizará desde el primer minuto, con Francina Armengol de presidenta. No parece que esto, en estos momentos, sea discutible y, seguro, no se repetirá la vergüenza de Meritxell Batet prohibiendo el catalán a nuestros diputados. También aquí, el paradigma lingüístico cambia. Y el segundo acuerdo, la creación de una comisión de investigación de los atentados del 17A, lo que tiene una dimensión enorme para la ciudadanía de Catalunya, indignada por la opacidad con la que el Estado ha escondido la letra pequeña del atentado. No deja de ser simbólico y muy sensible para las víctimas (pienso en ti, querido Javier Martínez) que el mismo día del cumpleaños de la tragedia se tome esta decisión.

En definitiva, Puigdemont y su partido, Junts, han demostrado una solvencia negociadora hasta ahora no vista. Solo se trataba de resistir, exigir compromisos cerrados, no dejarse seducir y pactar derechos fundamentales. Y de repente, un acuerdo histórico sobre el catalán que no se había logrado en casi cuarenta años, se logra por una simple Mesa del Congreso. ¡Qué cara les habrá quedado a los que decían que resistir era caer en la irrelevancia!