Negacionismo
Ana Bernal-Triviño

Ana Bernal-Triviño

Profesora de la UOC y periodista.

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¿Cuándo acabará Vox?

No se sabe si la salida de Espinosa de los Monteros es el fin de un ciclo. Me preocupa más que, aunque sus líderes se marchen poco a poco, sus ideas tarden mucho más

Espinosa de los Monteros renuncia a su escaño de Vox por "motivos familiares"

Espinosa de los Monteros renuncia a su escaño de Vox por "motivos familiares" / FERNANDO ALVARADO

En los mensajes por la despedida de Espinosa de los Monteros vimos desde la formalidad de Abascal o Buxadé a lecturas que iban a la llaga. Como Ortega Smith, recordando a quienes “no han sabido reconocer” su generosidad u Olona, cuando advierte que si en la salida todo son buenas palabras, “el acoso organizado viene después”. 

Mientras, los medios realizaban los primeros análisis que, conforme pasaban las horas, impresionaban. Si es cierto que dentro de Vox hay dos sectores (uno más fascista por principios y cercano al Yunque, y otro de puro liberalismo económico), esa división entre buenos y malos no es ajustada. Pues ni las ideas negacionistas ni ultraliberales deben aplaudirse por sus consecuencias nefastas.

Quizás estos días hubo quien pecó de ofrecer una imagen tan edulcorada de Espinosa de los Monteros que rozaba casi la hagiografía. Quizás hay que recordar lo reciente y lo antiguo. Aunque en las municipales el éxito de Vox se ha basado en la mano tendida del Partido Popular, él solo se ha bajado del barco tras la pérdida de poder en las elecciones nacionales. 

El Espinosa de los Monteros que yo recuerdo es el que, desde la fundación de Vox, no paró de difundir mensajes contra ecologistas, inmigrantes, el colectivo LGTBi… y la violencia de género. Y me centro en ello más, porque esta semana ha habido ya tres mujeres asesinadas que, por otro lado, han tenido mucho menos espacio y análisis que el crimen de Daniel Sancho. 

Cuando suceden estos asesinatos recuerdo bulos con el sello Espinosa de los Monteros como que “los niños mueren más a manos de mujeres y no hablamos de violencia feminista”, que hemos pasado de “la mujer con la pata quebrada y en casa, a no poder nombrar a los hombres en el Ministerio de Igualdad”, que en Castilla y León lo tendrían peor “las mujeres que viven de los chiringuitos subvencionados”, que “las denuncias falsas de violencia de género tienen que ser castigadas”, que “la ley de violencia de género elimina la presunción de inocencia del hombre” o “voy más rápido que una feminista a una subvención”. Lo que hoy sabemos es que él fue condenado por el Tribunal Supremo y que hacía esas declaraciones aunque no había nada que las respaldara. También que su ex compañero de partido, Serrano, es el que se sentará en el banquillo por unas subvenciones. Por supuesto, también votó con su grupo en el Congreso contra una declaración institucional contra la violencia de género y otra sobre los derechos de la infancia. 

No se sabe si esto es el fin de un ciclo o si podrá ser el fin de Vox como partido. Pero me preocupa más que, aunque sus líderes se marchen poco a poco, sus ideas tarden mucho más. Por mi parte, no voy a dulcificar a un señor que ha hecho mucho daño con su negacionismo. El tiempo, quizás, pone todo en su sitio. Algunos de ellos se van, pero dejaron plantadas las semillas de sus ideas. Y, aunque ya estén fuera, su pensamiento está dentro de mucha gente. El impacto que produzcan sus ideas y medidas en miles de personas ya no tiene vuelta atrás.

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