Elecciones 23J
Álex Ramos

Álex Ramos

Médico y vicepresidente de Societat Civil Catalana (SCC).

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PSOE y PP: pacten o convoquen elecciones

Es paradójico que, para conformar gobierno, se tenga que acudir a los extremos porque no existen puentes entre el gran espacio del centro político

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo

A lo largo de más de 40 años de democracia hemos podido constatar que la política del contentamiento a los partidos nacionalistas, a cambio de apoyo parlamentario, no sirve. Estas formaciones no valoran ninguna nueva transferencia o cesión, pues la dan por amortizada a los cinco minutos. Nos advirtió Stéphane Dion, ideólogo de la ley de Claridad canadiense, que en Quebec, al igual que en Catalunya, la política del contentamiento a los separatistas no es útil, dado que son insaciables y lo único que persiguen es obtener todo el poder para culminar la secesión.

Tanto el PSOE como el PP han estado retroalimentando durante décadas esta situación de contentamiento nacionalista para conseguir apoyos coyunturales que, lejos de resolver el problema, solo ha servido para satisfacer sus aspiraciones de gobierno. Las últimas concesiones al secesionismo catalán -los indultos a los políticos condenados, la abolición del delito de sedición y la rebaja de la malversación- no han arreglado nada; más bien, han acercado a los nacionalistas a sus máximos postulados. Y súmenle ustedes las concesiones y gestos a PNV y EHBildu, que ahora ya piden amnistía y referéndum de autodeterminación. Incluso ERC y EH Bildu proponen hacerlo simultáneamente en Catalunya y País Vasco.

Las elecciones generales del 23 de julio nos han dejado un escenario muy complejo. Estamos en manos de pequeños partidos, insaciables e imposibles de contentar si no es concediéndoselo todo. Cualquier nueva abdicación será munición para despejar su camino hacia la meta. ¿Y qué gana España? Nada. El contentamiento no le sirve a España; si acaso le puede servir a alguien o a algún partido para ir tirando.

Es paradójico que, para conformar gobierno, se tenga que acudir a los extremos porque no existen puentes entre el gran espacio del centro político. No ayudan, cierto, ni los proyectos políticos obsesionados con derogar el sanchismo ni los sucedáneos de pactos del Tinell.

Conviene recordar que los partidos políticos no son un fin en sí mismo; bien al contrario, son herramientas al servicio de la ciudadanía para la gobernanza de un país. El interés de un partido no puede ser superior al interés general de la población. Si un partido tiene que vender su alma para alcanzar el poder ocurre entonces que deja de tener sentido llegar al poder.

El PSOE y el PP no son partidos enemigos; son adversarios políticos. Ni es razonable ni se puede aceptar que socialistas y populares acaben pactando con organizaciones que sí son enemigas del proyecto plural y compartido que es España. Ambos lo han hecho y, por lo tanto, son corresponsables de los peligros que acechan a la cohesión social y a la integridad territorial. 

PSOE y PP tienen la obligación de entenderse y de alcanzar grandes acuerdos de Estado para salir de una vez de una senda errática que cronifica la erosión de nuestras instituciones. Y si no saben hacerlo, si son incapaces de ver más allá de sus intereses partidistas, que convoquen elecciones para que los ciudadanos se expresen.

La sociedad civil de Catalunya conformada por aquellos ciudadanos que nos sentimos catalanes y españoles, que respetamos el Estado de derecho y las reglas democráticas emanadas de la Constitución, será muy contundente en su respuesta si se decide ignorar a los catalanes constitucionalistas para contentar por enésima vez al nacionalismo y al separatismo.