Elecciones 23J
Manuel Campo Vidal

Manuel Campo Vidal

Periodista y profesor de comunicación

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El frenazo de Feijóo y el acelerón de Sánchez, decisivos

Periodo de reflexión y estrategias tras las elecciones y a la espera del nuevo Gobierno

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo / DAVID CASTRO

La programación estival de la política española va por semanas. Después de San Fermín, el 7 de julio, chupinazo electoral, asistimos a una semana triunfal de Núñez Feijóo al que le salió bien el debate en Atresmedia, mientras las encuestas lo erigían en presidente virtual; y semana final de campaña con Feijóo casi desaparecido, que no se presentó al debate a tres en TVE y empezó a frenar, mientras Sánchez remontaba. En el cara a cara, el socialista no encontró su sitio y hablaba atolondrado. Sacó a pasear el dichoso Falcon, cuando nadie se lo preguntaba, y no respondió eficazmente a Feijóo, que le proponía firmar allí mismo un compromiso para que gobernara la lista más votada. "Dígaselo a Vara", repetía. Eso es para entendidos y muy informados. Su público se desesperaba. Hubiera sido más pedagógico decir que "su propuesta no tiene credibilidad porque en Extremadura el PSOE fue la lista más votada, con Vara al frente, y el PP ha pactado con Vox para quitarle la presidencia. Como en Canarias y como en 54 ayuntamientos". No fue su día.

Tras la emocionante noche electoral, dos semanas más: la primera, de digestión del resultado, que exigió mucha sal de frutas porque ya se repartían cargos; y la siguiente, de silencio reflexivo, roto al final por el acuerdo de PP y Vox para gobernar Aragón, a cuya firma no acudió el futuro presidente, Jorge Azcón. La excusa de tan clamorosa ausencia se desconoce; hay expectación, ya que Núñez Feijóo no fue al debate a tres "porque le dolía la espalda". A saber.

Las cenas de verano son auténticas tertulias políticas donde se coincide en que el frenazo popular de los últimos días fue decisivo, sumado a la hiperactividad de Sánchez: el socialista, que estaba reunido en Bruselas el domingo 16 después de dar un mitin en Barcelona, excusó su asistencia a una cena de gala el lunes 17 y viajó a Huesca para un discurso de 30 minutos, con vuelta de noche a la capital belga. Al día siguiente, martes, prosiguió allí con la cumbre Europa-América Latina y terminó en un mitin en San Sebastián. Un emprendedor gallego, presuntamente votante del PP, sostiene que en los últimos días "percibía a Sánchez como un deportista profesional que busca ansioso la remontada, frente a un candidato con lumbago". Un alto cargo de los populares en Galicia admite que temió lo peor cuando, el viernes 21, "Día del perro", vio en los telediarios "tres minutos de Sánchez acariciando un animal. Llamé insistentemente para que sacaran a Alberto con un perro, pero nada". Y encima con lo de Perro Sanxe. Como cada vez más personas deciden su voto a última hora, no se puede bajar la guardia hasta el final.

Ahora, compás de espera. Núñez Feijóo tenía prisa por reunirse pero Sánchez se ha ido de vacaciones a Marruecos con la familia y en vuelo regular, pagado de su bolsillo. Sin Falcon. Ha protestado el Frente Polisario, lógico; y los microfonistas crispadores de guardia, que ya lo criticaban porque creían que viajaba a Lanzarote en avión oficial, la han emprendido con la gorra del presidente. Literal.

Apenas una palabra sobre el golpe de Estado en Níger, el corazón del Sahel, que se aleja de Francia y se echa en brazos de Rusia. Ahí se la juegan España y Europa, porque supone una base para la Yihad islámica. Pero aquí estamos con la gorra de Sánchez. Pedimos políticos de Estado pero la comunicación debe estar a la altura.

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