En los próximos 45 años
Julio Pérez Díaz

Julio Pérez Díaz

Demógrafo del CSIC. Autor de la web apuntesdedemografía.com

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La población humana dejará de crecer antes de que acabe este siglo

Multimedia | De 1978 a 2023, el planeta de los 8.000 millones

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articulo demografia 45 aniversario

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Imaginar el futuro, como propone EL PERIÓDICO en su 45º aniversario, parece fácil para un demógrafo. Trabajamos con estadísticas masivas, continuas y fiables hace más de un siglo, y las inercias poblacionales son enormes.

Pero los titulares son para las redes, los ideólogos de partido y los opinadores sin formación específica. Cualquiera utiliza cifras del INE, no tenemos grado universitario en demografía y ni el anterior Comisionado Permanente para el Reto Demográfico del PP ni el actual ministerio equivalente han contado con un solo demógrafo. 

Sobre el futuro sabemos que la población humana dejará de crecer antes de terminar este siglo, en base a los dos determinantes de la reproducción: natalidad y años de vida. Lo que ha cambiado durante el siglo XX, de modo brusco e irrepetible, es el sistema reproductivo general, y su eficiencia para reponer las bajas. Hemos cambiado un motor arcaico, necesitado de mucha gasolina que no aprovechaba (muertes prematuras), por otro más eficiente, que consigue mucha más población con fecundidades mucho menores, porque hemos conseguido asegurar vidas completas a los nacidos. Seguir avanzando requerirá mejorar la vida de todas las edades, así que la organización social de los cuidados a la dependencia, el concepto de salud que manejaremos y el reparto de responsabilidades entre lo público y lo privado, lo individual y lo colectivo, son los asuntos que deberían estar ocupando la atención y la planificación de las próximas décadas.

En vez de eso, la actualidad se centra únicamente en añorar algunas partes del sistema reproductivo arcaico. En vez de valorar la eficiencia del motor, parece que lo único importante es que sus piezas son hoy más pequeñas (menos natalidad) o que no se recambian tan pronto como antes (envejecimiento demográfico). El espectro conservador e incluso reaccionario promete aumentar la natalidad y recuperar la pirámide de antaño. Cuestión de patriotismo, el eterno mantra ultra.

El tiempo que duran las vidas humanas siempre fue el gran condicionante demográfico, incluida la calidad de las poblaciones, porque no se aumenta la vida media sin mejorar también las cualidades y prestaciones de quienes viven. Cuando hoy se insiste en los pocos nacimientos se ignora que viven tres veces más que los de hace un siglo, y con mejor salud, capacidades y rendimiento social y económico. Se teme el envejecimiento de la población, pero ese mismo proceso ha cambiado la propia vejez y mejora nuestro mundo. Todo con un esfuerzo social y familiar descomunal, también ninguneado al atribuir la menor natalidad al egoísmo, el individualismo, el declive moral y otras lindezas, y entender la vejez como una especie de plaga de parásitos.

El futuro del pensamiento sobre demografía es pues muy incierto, también para los demógrafos. Porque la raza blanca no está siendo suplantada (por cierto, el color de la piel no equivale a raza; la actual genética de poblaciones desmiente definitivamente el racismo); no solo Europa u Occidente tiene baja natalidad (simplemente, iniciaron el cambio reproductivo más de medio siglo antes de extenderse al resto del mundo); no nos invaden los inmigrantes (lo que hacen es trabajar, pero aún es más falso que las políticas de control migratorio hayan conseguido reducir los flujos). Tampoco la retórica sobre "la familia" o la "España vaciada" consigue más natalidad o frenar el abandono rural. La urbanización es un proceso mundial y antiquísimo, y el natalismo no aumenta la fecundidad donde se aplica, ni en Hungría con Orbán, ni en Rusia con Putin, ni en China tras desmontar la política del hijo único, ni en Galicia, por cierto, con su plan de dinamización demográfica de 2012. 

Así pues, la incertidumbre es sobre la continuidad y evolución de la manipulación en demografía. Cuando el contador de habitantes del planeta deje de marcar en positivo, en unas décadas, la gran conquista humana sobre la mortalidad y la eficiencia reproductiva se habrá visto emborronada por las mentiras.