Quien dice dinero, dice votos

Como no parece tener solución, cada tanto sale en los medios la tragicómica historia de Stefan Thomas. Emprendedor informático, en 2011, en los inicios de bitcoin, hizo un vídeo explicando qué era la criptomoneda. Agradecido, un inversor anónimo le regaló 7.000 bitcoins. Aceptó el regalo y guardó la contraseña de la cuenta en un CD. Un día, mientras limpiaba, debió de tirar el CD y perdió la contraseña. Con los años, aquellos bitcoins subieron de valor y hoy se calcula que Thomas es el dueño de unos 180 millones de euros —a los que no puede acceder-. Bitcoin es un sistema descentralizado, te da 10 oportunidades para acertar tu clave y, si no es la correcta, pierdes el contacto y tu dinero sigue muerto en el éter digital. Tras ocho fallos, a Stefan Thomas le quedan dos intentos, y por el momento se lamenta y espera alguna revelación.

Este suplicio de Tántalo, versión 2.0, tiene un aire de cuento moral y me recuerda un documental que vi hace años. Es como su versión inversa. El filme se llamaba 'Lucky' y seguía a un grupo de norteamericanos que habían ganado millones de dólares en la lotería. Su vida cambiaba inesperadamente y no es difícil imaginar el resultado. Por una historia que terminaba bien, había 10 que eran un desastre: ataques de soberbia; disputas que deshacían matrimonios; historias de herencia y codicia; ludópatas que, cegados por el dinero, seguían jugando y lo perdían todo...

Tanto el pobre Stefan Thomas, con su sueño imposible, como los ganadores de la lotería, con el dinero que no hace la felicidad, me llevan a pensar en los siete diputados de Junts en el congreso español y su voto decisorio. A ellos también les ha tocado una especie de lotería, un premio pese a la pérdida de escaños, y ahora deben decidir cómo gastan los votos. Son la clave pero solo tienen una oportunidad. Pueden invertir en un futuro que no les convence —tapar agujeros, como suele decirse— o ir al casino, arriesgarse y jugárselo al Todo o Nada. Nuevas elecciones. Solo que el Todo nunca será todo, seguirá siendo una ilusión y ahí afuera los trileros no descansan.

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