La espiral de la libreta

A la espera de la hora trémula del escrutinio

En el final de una campaña electoral larguísima y agotadora

Los carteles electorales del 23J, a examen.

Los carteles electorales del 23J, a examen. / EPC

Olga Merino

Olga Merino

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A primera hora de la mañana, me telefonea una amiga para despedirse antes de las vacaciones. Vuela mañana a Buenos Aires; no visita a la familia desde la pandemia.

–¿Qué hacés, boluda?

–Pues ya ves –le digo–, a lo mío. En cuanto me termine el cafelito, bajo a por las columnas.

(Quería decir a por los periódicos, claro).

Mi amiga se ríe con el 'lapsus linguae', con el acto fallido, con el desliz que, según la teoría freudiana, habría hecho aflorar un deseo íntimo que parecía bien custodiado en la caja fuerte del inconsciente. Dicho en otras palabras, se habría escapado el anhelo de que en días como este, de neuronas torrefactas y monocultivo temático, se vendieran los artículos ya escritos en las papelerías, junto a los lápices de colores, como sugirió el gran Manuel Alcántara, a quien una vida y 15.000 artículos no bastaron para perderle el respeto al folio en blanco. En efecto, mientras más viejo, más complejo.

Bien mirado, sería estupendo escribir como quien va a la plaza a por boquerones. O una merluza de palangre, según.

–¿Hay algo fresco?

–Hoy tengo de oferta el artículo sobre el último debate –diría tal vez el quiosquero–. Te pongo dos por el precio de uno, y encima te regalo el título: 'Yolanda on fire’, 'La pregunta del millón: ¿qué es una mujer?', o bien este otro: 'Del lumbago y sus alrededores'.

Voto indeciso

Ignoro si los debates han servido para decantar la balanza de los dubitativos, que hace una semana sumaban alrededor del 22,5%. ¿De qué depende que la decisión de un ciudadano fluctúe hasta el último instante? ¿Del bolsillo? ¿De las esencias? ¿De lo que el Gobierno ha hecho bien o de sus errores? ¿Del corazón, la cabeza o las gónadas? Si por mí fuera, me saltaba la jornada de reflexión y, en un raudo viaje temporal, me situaba ya en el sofá frente a la tele, el domingo por la noche, a la hora trémula del escrutinio. Como quien dice, estoy que me voto encima.

Ha sido esta una campaña larguísima y agotadora, tanto para la gente de a pie como, supongo, para los contendientes, pero los debates siempre se agradecen. Del último, lo más significativo fue la inexplicable ausencia de Alberto Núñez Feijóo, dejando así en manos de Abascal la parte del relato que le correspondía. ¿En dónde quedó la pretendida moderación?

Sopla un viento oscuro por todo el planeta y la vieja Europa, el vendaval de un desencanto antidemocrático desde que se cerró en falso la crisis de 2008. Trump, Bolsonaro, el Brexit, una galerna retrógrada que en España representa el ideario de Vox: oponerse a todo, destruir consensos, señalar al enemigo en el diferente. La batalla es importante.

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