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Jugar un Mundial por 28.000 euros

Aitana Bonmatí, en la Ciudad Deportiva de Las Rozas, antes del Mundial

Aitana Bonmatí, en la Ciudad Deportiva de Las Rozas, antes del Mundial / Xavier Amado

Gemma Martínez

Gemma Martínez

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A mi madre siempre le gustó ir al fútbol, con mi padre y con otro matrimonio, el de sus amigos más íntimos. Los cuatro, abonados del Valencia CF durante décadas, quedaban cada día de partido. Siempre empezaban con una merienda-cena antes de entrar a Mestalla. Después disfrutaban del encuentro y nunca salían del estadio antes de que el árbitro pitara el final y de que los jugadores se despidieran en el centro del campo. A veces mi madre se quedaba en casa, cuando el equipo se jugaba algo importante, porque sufría demasiado. 

¿Una mujer que hoy tiene 80 años que le gustara el fútbol y que entendiera un deporte considerado cosa de hombres? Sí, tanto era así que nos inculcó la afición a sus hijos -tres de ellos mujeres- y nietos -dos mujeres-. Con todos ha ido al estadio y todos hemos sido abonados en algún momento de nuestras vidas.

Hoy la familia sigue sufriendo con el Valencia de nuestra tierra, aunque el fútbol ya es más carne de televisión que de Mestalla. El que nos gusta ya no lo juegan solo los hombres, sino también las mujeres. No es fútbol femenino, es fútbol, sin apellidos.

A partir del jueves seguiremos muy de cerca el Mundial de fútbol en Australia y Nueva Zelanda, que contará con la participación de 732 mujeres de 32 selecciones. A pesar de que solo cuatro de cada diez se consideran profesionales, esta edición será la primera en que la FIFA les pagará por participar: 28.000 euros a cada una de las que formen parte de la fase de grupos. La cifra crecerá hasta los 250.000 euros que percibirán las campeonas. En total serán unos 110 millones de euros en premios. Lo ha explicado Laia Bonals, nuestra especialista en deporte femenino, en este despliegue que es la entrega de julio de 8M Todo el Año, nuestra apuesta editorial a favor de la igualdad

El importe de estas primas, que está a años luz de lo que percibieron los hombres que jugaron en Qatar (unos 440 millones), es de risa y aún queda mucho por lo que luchar. Pero, como reconoce Aitana Bonmatí, es una medida en la buena dirección hacia la imprescindible profesionalización del fútbol jugado por mujeres, ese que tanto nos gusta en casa Martínez.

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