Las futbolistas se rebelan ante un Mundial de mujeres pensado por hombres
Las futbolistas se rebelan ante un Mundial de mujeres
pensado por hombres
por Laia Bonals
ELLAS TIENEN EL BALÓN
El 20 de julio empezó el Mundial que va a marcar un punto de inflexión en el fútbol femenino. Sobre el césped, el espectáculo está servido. Fuera de los estadios, además, las reivindicaciones y el duro camino hasta la cita estarán bien presentes.
En Australia y Nueva Zelanda se dan cita, por primera vez, 32 selecciones. La profesionalización paulatina del fútbol femenino en las Federaciones, a base de la lucha de las futbolistas por cambiar las cosas, y la apuesta directa de los clubes por hacer crecer el deporte dará lugar el Mundial más visto de la historia, según prevé la FIFA.
Revolución en los vestuarios
Las reivindicaciones en España
La selección española ha vivido su particular revolución antes de este Mundial. Todo empezó cuando quince futbolistas dijeron basta el 22 de septiembre. Anunciaron que dejaban de ser seleccionables hasta que la estructura de la selección no fuera profesional. Sandra Paños, Lola Gallardo, Ainhoa Vicente, Andrea Pereira, Laia Aleixandri, Mapi León, Leila Ouahabi, Ona Batlle, Patri Guijarro, Lucía García, Mariona Caldentey, Aitana Bonmatí, Claudia Pina, Nerea Izaguirre y Amaiur Sarriegi enviaron, de forma individual, privada y simultánea el email que ponía contra las cuerdas a la Federación Española.
Con los dos bandos enfrentados, las posiciones se mantuvieron inmóviles hasta el mes de marzo. Cuando se retomaron las conversaciones, todo fue muy lentamente. El puente entre Federación y futbolistas fue Ana Álvarez, directora de Fútbol Femenino de la RFEF, que fue clave para desencallar el regreso de algunas de 'las 15' a la selección para el Mundial.
Sin embargo, mientras que para algunas la situación evolucionaba favorablemente para su vuelta, para las azulgranas Mapi León, Patri Guijarro y Claudia Pina, estos cambios no han sido suficientes para volver.
Finalmente, solo Aitana Bonmatí, Ona Batlle y Mariona Caldentey visten la camiseta de la selección para este Mundial. Con ellas, también regresa Alexia Putellas, ya recuperada de la lesión en el ligamento cruzado de su rodilla izquierda.
Francia, un caso de éxito
La Federación Francesa ha mostrado al mundo entero como resolver con éxito la revolución de sus futbolistas. Todo explotó el pasado 24 de febrero, cuando su capitana, Wendie Renard, se plantaba a pocos meses del Mundial a través de un comunicado. “No puedo continuar apoyando al sistema actual, que está muy lejos de las exigencias del más alto nivel. Con mucho pesar, me retiro de la selección francesa. No jugaré este Mundial en estas condiciones”, sentenciaba la futbolista francesa.
No quedó otra que mirar hacia dentro, escuchar las demandas de profesionalización y tomar cartas en el asunto. La primera en saltar fue la entrenadora, Corinne Diacre, que ya había estado señalada en anterioridad por sus métodos. En su lugar, Hervé Renard, exseleccionador del conjunto nacional masculino de Arabia Saudí, ocupó el banquillo.
Con él llegaron más cambios. Llevaron a cabo una reestructuración profunda para profesionalizar el estamento. Uno de los puntos claves fue la conciliación autorizando a sus jugadoras a acudir a las concentraciones con sus bebés.
Medidas en la buena dirección
Maternidad
Además de Francia, muchas otras selecciones han empezado a implementar medidas para que la maternidad no sea un obstáculo para las mamás futbolista. En España, por ejemplo, se ha llegado a un acuerdo histórico para que, como pasa con el combinado masculino, las familias e hijos de las futbolistas puedan viajar a Australia y Nueva Zelanda.
Este Mundial será el torneo con más futbolistas madres de la historia y será el primero en qué jugadoras están protegidas legalmente. Unos criterios mínimos que aseguran una baja por maternidad retribuida de 14 semanas y que no se pueda rescindir el contrato de ninguna futbolista que se quede embarazada. Un gran salto adelante teniendo en cuenta que hasta hace no mucho eran habituales las cláusulas 'antiembarazo' en los contratos de algunos clubes.
'Equal pay'
Antes de que cada selección viviera su particular revolución, hay reivindicaciones que llevan años siendo globales. Una de las primeras fue la paridad salarial. Este movimiento empezó en 2017 en Noruega y de la mano de Ada Hegerberg, la mejor jugadora del mundo en ese momento. Tras la Eurocopa de este año decidió renunciar a la selección como protesta por las diferencias entre el equipo femenino y masculino en materia de condiciones laborales.
La Federación Noruega vio respondió a la medida de presión de Hegerberg igualando los salarios, pero no fue suficiente para que la noruega volviera. “No se trata solo de dinero, se trata de la preparación, de actuar, del profesionalismo”, dijo Hegerberg, que vestirá de nuevo la zamarra de su selección este Mundial
Tras Noruega, se sumaron Dinamarca, Nueva Zelanda, Finlandia, Sudáfrica, Australia, Brasil, Inglaterra, Estados Unidos, España, Países Bajos, República de Irlanda, Gales y Canadá.
Precisamente en Estados Unidos, con la superestrella Mega Rapinoe como principal portavoz, ha sido donde más se ha llevado al límite esta lucha. Jugadoras y Federación han acabado en los tribunales, que han dado la razón a las internacionales y obligando al organismo a pagar 24 millones de dólares.
Mucho por lo que luchar
Pese a lo que se ha conseguido en diferentes ámbitos en materia de derechos laborales, las cifras siguen siendo alarmantes. Según FIFPRO, el sindicato internacional de las futbolistas, solo el 40% de las futbolistas que disputan el Mundial jugaron estos torneos se consideran profesionales. Como consecuencia de la no profesionalización, hasta un 66% de las futbolistas tuvieron que pedir un permiso en su segundo empleo para poder participar en los torneos clasificatorios que se llevaron a cabo a lo largo del año pasado en las distintas confederaciones.
De hecho, para este Mundial la FIFA ha dado un paso adelante en materia económica y será la primera edición donde la organización pague a las futbolistas por participar. Por formar parte de la fase de grupos, cada internacional recibirá 28.000 euros. Las cantidades irán aumentando hasta las 23 campeonas, que recibirán 250.000 € cada una.
Punto de inflexión
El Mundial de Francia demostró a los incrédulos que el fútbol femenino ha venido para quedarse. Nada de modas, nada de postureo. En estos cuatro años ha sido clave para conseguir medidas transcendentales para la profesionalización y consolidación de este deporte. No todas están consolidadas, pero este Mundial de Australia y Nueva Zelanda se presenta como la oportunidad perfecta para seguir avanzando con más argumentos que nunca.
El Mundial será un punto y seguido para el fútbol femenino. Cargará de argumentos a las futbolistas y a los que creen en el buen porvenir de este deporte y demostrará, una vez más, que se merecen todo por lo que luchan día a día.
Un reportaje de EL PERIÓDICO
Textos: Laia Bonals
Infografías: Álex R. Fischer
Diseño: David Jiménez
Coordinación: Rafa Julve