Ágora

Acuerdos de Estado contra el separatismo

Somos muchos los catalanes que deseamos evitar que los extremos puedan influir en asuntos como la integridad territorial y la gobernanza de nuestro país

Debate eletoral a 7

Debate eletoral a 7 / José Luis Roca

Álex Ramos

Álex Ramos

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En el artículo 'La geometría variable de las municipales' pronostiqué que el popular Daniel Sirera podría ser determinante para la proclamación del socialista Jaume Collboni como alcalde de Barcelona. El vaticinio lo era tanto racional, por las predicciones demoscópicas, como también emocional, por ser un desiderátum.

Creía que no era bueno para Barcelona ni para Catalunya que ambos lados de la plaza de Sant Jaume estuvieran gobernados por partidos alineados con el proyecto independentista. Tenemos la experiencia de la nefasta coincidencia de Xavier Trias como alcalde y de Artur Mas como 'president' entre 2011 y 2015, pues aquella conjunción fue la incubadora de los graves hechos del otoño de 2017, que se encargaría de culminar Carles Puigdemont.

Su reacción al constatar que le arrebataban una alcaldía de la que ya se sentía dueño y señor nos permitió ver el auténtico perfil de Trias: "Si yo no soy alcalde, estáis todos equivocados… Que os zurzan". Esa es la verdadera cara del nacionalismo catalán, sustentado en el esencialismo mítico y en el supremacismo totalitario del que hizo gala Jordi Pujol durante dos décadas, abonando pacientemente el terreno para el 'procés'.

Y lo hemos podido comprobar también con la actitud de Laura Borràs tras ser juzgada, con todas las garantías, por corrupción probada. Condenada a 13 años de inhabilitación y apartada reglamentariamente de la presidencia del Parlament, la soberbia de la presidenta de JxCat, alegando como excusa que se ha construido una 'causa política' contra ella y su partido, ejemplifica la prepotencia y decadencia de quien no acepta perder el poder ostentado durante tantos años.

Para más inri, después de haber dirigido un golpe institucional en octubre de 2017 contra la legalidad democrática vigente y de fugarse de la Justicia con la presunta ayuda de funcionarios públicos (Mossos d’Esquadra) pagados por todos, Puigdemont testificó el 20 de junio de forma telemática en el juicio contra el 'exconseller' Miquel Buch y tuvo la desfachatez de atribuir la responsabilidad de estos hechos al Estado español por no ponerle escolta.

El 'procés' se ha sustentado en una burbuja de 'fake news' –que ha pinchado– en torno al victimista "España nos roba", a los hechos de 1714 y al peligroso 'tsunami democràtic' con previsible implicación rusa. Lo dejó escrito Nicolás Maquiavelo (1469-1527): "Nunca intentes ganar por la fuerza lo que puedas ganar con la mentira". El secesionismo catalán no podía ganar por la fuerza y abusó de las 'fake news'.

El 23J estamos llamados a las urnas de nuevo. Tras las generales también se planteará una situación de geometría variable y difícilmente habrá un partido que pueda gobernar en solitario. Somos muchos los catalanes que deseamos grandes pactos de Estado, acordados desde la centralidad política, para evitar que formaciones situadas en los extremos del arco parlamentario, a izquierda y a derecha, puedan influir decisivamente en asuntos tan trascendentales como la integridad territorial y la gobernanza de nuestro país.