La hoguera

Quemando arcoíris en Hungría

Me bato el cobre para que todos los libros puedan ser leídos y desconfío de la forma que quiera darle a las pobres almas el que considera que está legitimado para cegar puntos de vista ajenos a su credo.

HUNGARY-LGBT/BOOK Heartstopper, de Alice oseman

HUNGARY-LGBT/BOOK Heartstopper, de Alice oseman / Bernadett Szabo

Juan Soto Ivars

Juan Soto Ivars

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En los estados republicanos de Estados Unidos, con la Florida de Ron de Santis en cabeza, se han lanzado desde hace años a la purga de libros de contenido LGTB y también de los que abordan la teoría crítica de la raza. Sucede sin parar en bibliotecas escolares y no escolares. Las purgas han alcanzado un récord que ya parecía difícil de batir en un país enfermo de puritanismo, donde las batallas culturales se entablan derribando estatuas, poniendo pitidos encima de palabras obscenas o racistas y vetando ámbitos de lectura en un bando y en el contrario. 

Mientras tanto, de la Hungría de Orban, nos llega la refrescante noticia de que han multado a una librería con 32.000 euros por vender el libro 'Heartstopper', de Alice Oseman. Este libro, que en España edita Planeta y está recomendado para adolescentes a partir de 14 años, aborda las relaciones íntimas desde la perspectiva LGTB. No lo he leído, pero me suena parecido a 'Género queer', de Maia Kobabe, que ostenta el laurel de “libro más censurado en EEUU”. Ese sí lo leí: una especie de diario ilustrado en el que la autora nos cuenta su viaje de descubrimiento de su identidad de género. Sinceramente, a mí no me interesó mucho la cosa. Pero me volví un furioso partidario de su existencia en cuanto conocí sus roces con la censura.

Yo considero que hay libros malos, libros buenos y libros regulares. Considero, incluso, que hay libros de mierda, y en el ámbito de la teoría queer para niños se publican cosas tan nauseabundas, a mi olfato, como en el ámbito de la catequesis. Sin embargo, me bato el cobre para que todos los libros puedan ser leídos y desconfío de la forma que quiera darle a las pobres almas el que considera que está legitimado para cegar puntos de vista ajenos a su credo. Los niños y los jóvenes tienen a su alcance toda la basura del universo con el móvil, así que hasta el libro de peor estofa me parece preferible.

El pánico moral de los conservadores de la nueva derecha internacional, esa que presumía con hipocresía de "políticamente incorrecta", es el mismo que durante la época en que los juegos de rol o el rock duro atizaban al Final Fantasy y Marilyn Manson, y más aún, del tiempo remoto y actual en que el peligro estaba en los libros de Lutero.

Ese celo inquisidor, que coloca la protección de la infancia como excusa para desplegar su integrismo, es lo que se deja ver ya en algunas concejalías españolas. Leed esto: dais pena.

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