Norma ambiental
Editorial

Editorial

Los editoriales están elaborados por el equipo de Opinión de El Periódico y la dirección editorial

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Victoria agridulce para la biodiversidad

Es un error plantear la defensa del medio ambiente como una guerra de bandos, cuando nos concierne a todos

ley restauración naturaleza

ley restauración naturaleza

El Parlamento Europeo dio ayer su visto bueno a la ley de restauración de la naturaleza, cuyo principal objetivo es proteger los ecosistemas y la biodiversidad de la Unión Europea. El estrecho margen por el que salió adelante –336 votos a favor y 300 en contra, además de 13 abstenciones– fue celebrado por los defensores de la ley como una gran victoria, ya que desde que la Comisión Europea propuso la norma hace un año, esta ha sido motivo de un encendido debate que ha dividido prácticamente en dos la Eurocámara.

Por un lado, socialistas y verdes, para quienes no hay más tiempo que perder en la protección de los hábitats terrestres y marinos si no queremos encontrarnos en un punto de no retorno. Por el otro lado, los conservadores, con el Partido Popular Europeo (PPE) a la cabeza, que consideran que la ley es un ataque a la agricultura. Esta división en bloques dota a la victoria un punto agridulce que ensombrece la celebración. 

A la ley de restauración de la naturaleza aún le queda el camino de la negociación con el Consejo de la UE (es decir, los gobiernos de los Veintisiete), de la que saldrá el texto definitivo. Estamos, pues, ante un gran paso, pero solo un paso.

Uno de los objetivos más destacados de la norma es recuperar el 20% del suelo terrestre y marino degradado para 2030, y la totalidad de los hábitats degradados para 2050. Una meta muy ambiciosa, pero que está al nivel del problema al que nos enfrentamos: se calcula que el 80% de los hábitats protegidos de la UE están en mal o muy mal estado. Ante la evidencia científica de que la variedad de especies animales y vegetales está en claro retroceso en Europa, ya no es aceptable no hacer nada o negarse a adoptar cualquier cambio, sin ofrecer una alternativa de mejora.

Con todo, es exagerado tratar de negacionistas a todos los que reprueban la ley. La mayoría de agricultores y pescadores que protestaban ayer no negaban la pérdida de la biodiversidad ni los efectos del cambio climático, defendían su modo de ganarse la vida.

Uno de los mayores retos de las legislaciones ambientales es, precisamente, abordar cambios, aunque estos sean impopulares. Desde la gestión del tráfico en las ciudades hasta la ubicación de los parques de energías renovables. La agricultura también debe adaptarse para un futuro más sostenible, como reiteran los expertos. Y si eso significa un perjuicio, habría que buscar la manera de resarcirlo, dar un justo retorno a su esfuerzo porque sale beneficiado el conjunto de la sociedad. Ayudar al cambio es una política mucho más responsable que la de la confrontación que ha adoptado el PPE, recurriendo incluso a bulos y a medias verdades que crean confusión.

Esta actitud puede aportar réditos partidistas a corto plazo, pero supone retrasar unas medidas que tarde o temprano habrá que adoptar, y que serán más costosas, económica, social y ambientalmente, cuanto más se dilate. 

La falta de consenso en un tema crucial como este responde también a la polarización social y política actual. Es lamentable que se plantee la defensa del medio ambiente como una guerra de bandos, porque en todo caso es una lucha en la que hay que ir unidos. A pesar de los escollos, la ley europea de restauración de la naturaleza debe seguir su curso.