Recogida de basuras
Ignasi Llorente / Sergi Nuss

Ignasi Llorente / Sergi Nuss

Ignasi Llorente es exalcalde de Torrelles de Llobregat (primer municipio catalán en implantar el puerta a puerta) y secretario general de Oikia y Sergi Nuss, portavoz de Renovem-nos e investigador de la UdG.

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El puerta a puerta importa

Las experiencias de Torrelles de Llobregat y Llagostera demuestran que el modelo de la gestión de residuos es más cómodo, limpio y barato

recogida puerta a puerta

recogida puerta a puerta / Laura Guerrero

Los que firman esta pieza tenemos el privilegio de haber participado en dos de las primeras y actualmente más longevas experiencias de recogida puerta a puerta (PaP) de Catalunya, en Torrelles de Llobregat y Llagostera, respectivamente. En ambos casos, fue la confluencia de un ayuntamiento valiente con una entidad ecologista las que dieron pie a dejar la basura a la puerta de casa, destinando diferentes días de recogida a fracciones reciclables: vidrio, papel-cartón, orgánica.

En Torrelles de Llobregat, la primera población catalana en poner en marcha este sistema, la historia retrocede hasta 1996 cuando de la mano del Centro de Ecología y Proyectos Alternativos (CEPA) se pone en marcha el modelo Residu Mínim, incluyendo el puerta a puerta de la materia orgánica y el papel y el cartón. En el caso de Llagostera, sucedió en 2004, como primera población del territorio gerundense, gracias a un proyecto formulado y desplegado por la Associació Naturalistes de Girona.

El PaP es una verdadera revolución en reciclaje. En Llagostera, en tan solo un año de aplicación –y cuando aún no cubría toda la población–, la aprobación de la recogida selectiva superó al rechazo. El 2006 la separación de residuos logró el 64% y ha seguido creciendo hasta el 70% en 2021. Es el éxito de un pequeño pueblo de 8.300 habitantes, pero explica muy bien qué significa el puerta a puerta allá donde llega. Por un lado, provoca un salto casi inmediato en la proporción de residuos que acaban en vertederos o incineradoras (con el canon de residuos subsiguiente), y pasan a ser materias circulares de uso indefinido. Y por otro, instaura una cultura ambiental que traspasa los colores políticos. Algo que al inicio fue motivo de recelos y confrontación, se ha consolidado a lo largo de seis legislaturas con cuatro partidos políticos diferentes.

El 2023, el PaP se puede convertir en el modelo hegemónico de gestión de residuos municipales con la nueva ley en preparación. Aun así, las más de dos décadas de implantación en Catalunya, van más allá y dejan algunas lecciones que pueden ser extrapolables a otras acciones necesarias en la lucha contra la emergencia climática.

La generación puerta a puerta

Las reticencias iniciales al cambio se van sustituyendo en pocos años por la valoración de un modelo que es más cómodo (la gente lo deja a la puerta de casa), más limpio (se evitan contenedores enormes), más barato (Torrelles tiene una tasa metropolitana de residuos más baja de los pueblos colindants) y, sobre todo, más sostenible (incluso se genera cierto orgullo de pueblo). Y tiene un efecto pedagógico enorme. Los desechos se acumulan y no 'desaparecen' por arte de magia como en otros sistemas, y esto provoca cambios en el consumo. Ha creado la 'Generación Puerta a Puerta': chicos y chicas que solo han conocido este sistema y se llevan las manos a la cabeza cuando ven otros modelos que impactan más sobre el medio ambiente.

A pesar de todo, también hay retos de cara al futuro. Existen movimientos constantes de determinados grupos económicos para desvirtuar el modelo y volver a los contenedores, difundiendo información errónea, presentando enmiendas a cualquier ley que favorezca esta opción e incluso promoviendo premios de presunta 'sostenibilidad' a modelos que no ponen en riesgo sus intereses empresariales. Por otra parte, la carencia de transparencia en los costes económicos y ambientales de la recogida y el tratamiento de residuos no ayuda a explicar de forma nítida las ventajas del modelo PaP respeto otros sistemas. Hay que avanzar en este aspecto y potenciar la introducción de modelos de pago por generación (que pague más quién más residuos genere). El puerta a puerta, importa. Defendámoslo.

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