Salud pública

Unas elecciones calientes

Nos enfrentamos a una situación en que el 23 de julio muchas personas se verán obligadas a permanecer largas horas en unos espacios que no suelen reunir las condiciones de climatización adecuadas

Las olas de calor serán cada vez más largas e intensas

Las olas de calor serán cada vez más largas e intensas / Agencias

Joan Guix

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El presidente Sánchez ha convocado elecciones generales para el 23 de julio. Esto, claramente, plantea tres tipos de problemas. Un primer problema es el político, con un potencial cambio de mayorías que podría hacer tambalear muchas cosas. Un segundo problema es más casero, y es la potencial coincidencia de vacaciones y obligaciones electorales para algunos ciudadanos y cómo lo podríamos solucionar. Pero hay un tercer problema, bastante grave: un problema de salud pública.

Ya lo hemos dicho: elecciones el 23 de julio, en el pico del verano, de un verano que se prevé que será uno de los más calientes que hayamos sufrido desde que hay registros.

Faltan días para poder saber qué tiempo hará exactamente. No soy meteorólogo, pero si consulto las previsiones nos dicen que el 23 de julio del año pasado la temperatura fue entre los 30 ºC y los 23 de mínima, con una humedad del 53%. La previsión de temperatura es de 31 y 27 °C el próximo 23 de julio. Si usamos el medidor de índice de calor ampliado que nos ofrece ISglobal en su web, y manteniendo la misma humedad del año pasado, tendremos una temperatura percibida de 33 °C en espacios de sombra. Esta situación climática se considera de precaución extrema, en exposición prolongada, por el riesgo de posibles golpes de calor, calambres o agotamiento.

Parece que este año, además del calentamiento global por el cambio climático, los meteorólogos prevén la aparición del Niño, un fenómeno climático periódico natural que se traduce en un calentamiento más alto, entre otros lugares en nuestras latitudes, y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) prevé que haya más de un 70% de posibilidades que este fenómeno se manifieste este verano. Además, también se prevé que entre los años 2023-2027 sea el periodo con las temperaturas más altas jamás registradas.

¿Anecdótico? ¿Cómo sudaremos? No es solo esto.

El año pasado, el Instituto de Salud Carlos III ya anunció que, entre junio y agosto del año pasado, se produjeron 4.601 muertes atribuibles al calor en España, de las cuales más de la mitad en julio. Las previsiones para este verano son de una situación similar o peor que la del verano pasado, y es por eso que el Ministerio de Sanidad decidió avanzar el 'Plan Nacional de Actuaciones Preventivas frente al exceso de temperaturas sobre la salud', 15 días antes de lo habitual, y la Generalitat activó el 'Plan de actuación para prevenir los efectos de las olas de calor sobre la salud' (POCS) casi dos meses antes.

Con este panorama nos enfrentamos a una situación en que el 23 de julio muchos miembros de mesas electorales, funcionarios, apoderados y agentes de seguridad se vean obligados a permanecer largas horas en unos espacios que, en general, no suelen reunir las condiciones de climatización adecuadas no solo por el confort, sino para la salud de la gente. Recordemos que buena parte de los espacios electorales están en escuelas u otros espacios, generalmente no climatizados, y en los cuales las quejas de profesores, familiares y alumnos son constantes. El panorama no es difícil de imaginar.

El decreto 486/1997 habla de las condiciones ambientales de los puestos de trabajo y dice, literalmente: “En los locales de trabajo cerrados tendrán que cumplirse, en particular, las siguientes condiciones: a) La temperatura de los locales donde se hagan trabajos sedentarios propios de oficinas o similares estará comprendida entre 17 y 27 °C.”. En consecuencia, si se llegara a estas temperaturas en el interior de los locales electorales podríamos tener problemas. Añadamos que en personas con patologías crónicas, cardiovasculares, respiratorias o neurológicas o sometidas a algunos tipos de tratamientos, los márgenes son todavía más bajos.

Y ahora me llamaréis “alarmista”, “exagerado” o, incluso, “boicoteador”.

Se trata de ser previsores y tener a punto medidas para que esto no pueda pasar, como puede ser una ventilación efectiva, idealmente disponer de aire acondicionado, pero también tener a disposición agua fresca, establecer espacios y horarios de descanso fuera de la sede electoral, en refugios climáticos, y disponer de termómetros ambientales para controlar la temperatura, entre otras posibles medidas.

Si lo hicimos por el covid también lo podemos hacer para prevenir el calor.

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