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Trias, García Albiol y cierta superioridad moral

Trias se abraza con Maragall.

Trias se abraza con Maragall. / MANU MITRU

Hay partidos políticos, o sectores de partidos políticos, que tienden a presentarse como legítimos propietarios de algunos electores o de algunas instituciones. Si los votantes de Badalona optan por el PP, cierta izquierda considera que es consecuencia de la demagogia de Xavier García Albiol o del uso que hace de determinados medios digitales. Y, seguramente, una parte de su arrolladora mayoría absoluta proviene de esas prácticas. Pero nunca hay la más mínima autocrítica sobre su propia responsabilidad en la decepción de los que consideran sus electores naturales. Cuando alguien que tiene propensión a votar a un partido no lo hace, quiere decir que el error es monumental. En política es muy habitual ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Unos ven 'fachatubers' y otros ven al clan de la ceja. Pero el fenómeno es el mismo, gente que utiliza políticamente su influencia social. 

El colmo de esta tendencia es cuando un partido no logra la alcaldía o la presidencia siendo el más votado. Jaume Collboni ha “arrebatado” la alcaldía a Trias pero Lluc Salellas ha conseguido doblegar a Sílvia Paneque con un proyecto de ciudad. Curioso que la misma legalidad dé pie a dos legitimidades presuntamente contrapuestas. Ideológicamente, tan antinatural es que la CUP invista a un president de Junts como que el PP apoye a un alcalde con los Comuns. Porque el vector, ciertamente, no es ideológico como tampoco lo era el apoyo de Maragall a Trias. Podemos considerar que los frentes patrióticos son una mala praxis, pero entonces deben serlo en todas las circunstancias. Aquí casi nadie se acuerda de que Salvador Illa fue la lista más votada en el Parlament o que Artur Mas pretendió ser investido presidente siendo el número 4 de la lista de Junts pel Sí y que acabó por retirarse a petición de la CUP. La incoherencia forma parte de la condición humana. Nada que objetar. Pero por esa misma razón sería recomendable que nadie dé lecciones desde una cierta superioridad moral

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