El Govern y el golf

¿Ahora también la Ryder Cup?

¿Cómo se puede estar en contra de que miles de amantes del golf, con un gran poder adquisitivo, vengan a Catalunya a dejar su dinero?

El club de golf de Caldes pide construir otro campo y 185 viviendas de lujo para albergar la Ryder Cup en 2031

Ídolos 8Sergio García firma autógrafos antes del entrenamiento del equipo europeo de la Copa Ryder.

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Pilar Rahola

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El tema es la posible Ryder Cup en Catalunya, en 2031, a raíz del interés de traerla a nuestro país por parte de los organizadores. Los datos son los siguientes: se trata del tercer evento deportivo del mundo, después de las Olimpiadas y la Copa del Mundo de fútbol; el impacto económico superará los 1.300 millones de euros; movilizará a cerca de 270.000 visitantes de alto nivel; creará un millar de puestos de trabajo, de los que 350 serán permanentes; la promoción propia del torneo se verá en directo en 600 millones de casas y tendrá un impacto de reclamo turístico en 180 países; y, dada su condición de evento bienal, alargará el impacto internacional de Catalunya durante un largo periodo. Es decir, después de haber organizado los Juegos Olímpicos, y con la Copa América de Vela a las puertas, Catalunya sería nuevamente la sede de un evento deportivo de nivel mundial. Con el añadido de que, desde sus orígenes en 1928, la Ryder solo se ha disputado dos veces en la Europa continental: en 1997 en Cádiz y en 2018 en Versalles.

A partir de los datos, las circunstancias: se plantea hacer en el PGA Catalunya de Caldes de Malavella, que a pesar de estar preparado para eventos internacionales, necesitaría la construcción de un nuevo campo, que requiere una inversión de 150 millones. Teniendo en cuenta la propia depuradora que regenera el agua del consumo, el 100% del agua para regar los campos provendría de la reutilización. Respecto a la inversión necesaria, planteada en términos de colaboración público-privada, el Estado ha garantizado 50 millones, el sector privado, 30, y del resto, aparte de la aportación de ayuntamientos y consejos comarcales implicados, la Generalitat ha de invertir unos 50 millones. El proyecto está respaldado por múltiples entidades del país, desde empresariales hasta políticas (consejos comarcales, diputaciones, ayuntamientos), y el pleno apoyo de todas las entidades deportivas agrupadas en la Unió de Federacions Esportives de Catalunya. Y, por último, si Catalunya no opta, ya ha levantado el dedo Madrid, que plantea todas las facilidades para quedarse con la Ryder Cup.

Con los datos y las circunstancias, el obstáculo: la actual negativa de la Generalitat de dar los 50 millones que restan por culminar el proyecto, pese a que se había comprometido. Según las fuentes consultadas, sería el señor Sergi Sabrià, director de la oficina del 'president' Aragonès, quien frena todo el proyecto, amparándose en los argumentos precarios previsibles. ¿Cuál es el problema? Y es ahí donde aparecen los dogmas de fe de la izquierda más tronada. De entrada, con el golf hemos topado, y como tiene fama de ser un deporte de ricos -aunque es profundamente interclasista-, ya les sale urticaria. Pero, aunque fuera cierto, ¿cómo se puede estar en contra de que miles de amantes del golf, con un gran poder adquisitivo, vengan a Catalunya a dejar su dinero? ¿El país está en condiciones de tirar la inyección económica que representan? Y respecto al debate sobre el turismo, ¿no se quiere potenciar justamente este turismo, y no el de paella y borrachera? De lo contrario, ¿no es importante para Catalunya que millones de personas nos conecten durante días, con la referencia internacional que esto representa? Y así, más y más preguntas, cuya necesidad de hacerlas ya produce vergüenza.

La cuestión es si volverá a ocurrir, como ha ocurrido con Colau en Barcelona. ¿Se volverá a perder una iniciativa económica -que se irá a cualquier lugar de España- por la desidia y el dogmatismo de una progresía que siempre está en contra de la modernidad? En este caso, aún más grave porque quien lo frena es un Gobierno en precario, que representa a una mínima parte del territorio y que acaba de gastarse 1,2 millones de euros en regalar 90 a cada opositor, para hacerse perdonar la monumental chapuza de las oposiciones fallidas. Por cierto, 90 euros..., ¡qué forma de humillar a la gente! Es decir, tira más de un millón por culpa de sus miserias y no quiere dar 50 millones para garantizar que el tercer evento deportivo del mundo venga a Catalunya, país al que ha escogido. Difícil imaginar una mayor estupidez. Y, sobre todo, difícil imaginar una mayor irresponsabilidad. Quizás sería hora de que todo ese grupo de mediocres con ínfulas vaya yéndose a casa.