Ripoll, las ideologías y los problemas
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Albert Sáez
A pesar de los esfuerzos del presidente Sánchez para que cojamos velocidad y, gracias al efecto túnel, solo veamos a Vox en el horizonte de las elecciones generales, la realidad sigue siendo muy compleja y entenderla es la misión y el propósito de nuestro periodismo. Ningún medio de fuera de Catalunya se ha fijado aún en los resultados de las elecciones municipales en Ripoll, la cuna de los terroristas yihadistas de los atentados de la Rambla del año 2017, una sacudida que no afloró en las elecciones del 2019, pero que sí que lo ha hecho ahora. Aliança Catalana, un partido independentista y de extrema derecha, ha ganado las elecciones pasando de uno a seis concejales, justo los cinco que ha perdido Junts. Daniel G. Sastre recorre en este reportaje las calles de Ripoll para entender lo que ha ocurrido y que tiene que ver con una mezcla de buenismo mal entendido y de la pulsión excluyente que anida en todo nacionalismo, también del catalán.
Para los simplistas y para los simplificadores, lo de Ripoll no es noticia porque han considerado a todo el independentismo como un mero ejercicio de supremacismo. La realidad es más compleja. De la misma manera que sus contrarios solucionan el debate tildando a toda la política española de heredera de una dictadura españolista. Los ciudadanos viven, sienten y padecen los problemas sin la carga ideológica de todos los políticos y de muchos periodistas. Eso no quiere decir que las ideologías hayan muerto. Simplemente, quiere decir que no todo el mundo ni en todas las circunstancias interpone las gafas de la ideología a su mirada sobre la realidad que vive. Como ha escrito Najat El Hachmi, el miedo a la islamofobia ha generado en el mainstream catalán una cierta tibieza hacia el radicalismo islámico que ha parecido contar con demasiada anuencia ante los ojos de quienes lo padecen cada día. A Junts, por ejemplo, del atentado de Barcelona, solo le interesó la presunta conexión del imán de Ripoll con el CNI sin poner acento alguno en todos los filtros, del ayuntamiento y de la Generalitat que ellos gobernaban, que habían permitido que aquellos chavales acabaran haciendo explotar la furgoneta en la Rambla. Junto a la inflación, la extrema derecha, también la de matriz catalana, crece gracias a la falta de autocrítica de los partidos del sistema cuando algo sale mal.
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