Apuestas risueñas en las municipales
Un problema de los candidatos electorales es marcar territorio personal más allá de su adscripción ideológica
Josep Maria Fonalleras
Escritor
Uno de los problemas más terribles al que deben enfrentarse los candidatos a las municipales es el de marcar territorio personal más allá de su adscripción ideológica. El paraguas del partido no siempre te protege de la lluvia. Muy a menudo es al revés. Pocos lo saben resolver con la elegancia de Xavier Trias, que habla de “fer-ho junts” y utiliza “Junts” sin que “Junts” sea la marca electoral. La cuadratura del círculo. Otro caso es el de los alcaldables que son cabezas de lista de un partido que ya gobierna. Pero no eran ellos quienes gobernaban, sino otros de quienes quieren desmarcarse. El ejemplo más divertido es el de una candidata que promete “nuevas recetas y un proyecto colectivo que vuelva a ilusionar y hacer sonreír a los ciudadanos”. Con esta aseveración deberíamos concluir que, hasta ahora, los habitantes de la ciudad vivían en la Vilatrista de Rusiñol, pero resulta que estaban gobernados por una alcaldesa del mismo partido de la nueva y risueña apuesta.
Hilarante
Es difícil compaginar un pasado con claroscuros, que quieres dejar atrás, pero no puedes del todo porque no dejas de formar parte del mismo, con un futuro que aseguras que será diferente, pero no tanto. Equilibrios de la campaña, como el de otra candidata que se dirige al futuro votante sin pedir directamente el voto, sino solo que la tenga en la cabeza a la hora de introducir la papeleta en la urna. “Piensa en mí”, como en esa canción de Agustín Lara que hizo famosa Luz Casal. Pensar en alguien (“si tienes un hondo penar”) no es garantía de ciega confianza electoral, sino una posibilidad entre muchas opciones plausibles. Luego, ya veremos.
De todas formas, pocas propagandas son tan hilarantes como el “Libérate” de Anna Grau, con la revisión de ese famoso cartel en pelotas de Albert Rivera. La desnudez de los hombros y el esternón de la candidata, hasta la frontera de la incorrección política, cuando apenas intuimos la geografía de los senos, ya no es ese reclamo medio gamberro al borde de la impudicia del fundador, sino una profética metáfora del desnudo futuro que espera a Ciudadanos.
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