A un mes del 28M

28M | La batalla de Barcelona

La jornada electoral en la Ciudad Condal puede condicionar cómo lleguen los partidos a las generales y determinar cual será su papel en el sistema

debat candidats

debat candidats / Ricard Cugat

Astrid Barrio

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A un mes exacto de las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo, la oferta política ya está definida y conocemos los cabezas de lista, la composición de las candidaturas y las alianzas preelectorales. A nivel autonómico, los partidos, en casi todos los casos, concurren bajo sus siglas, mientras que en la galaxia local la oferta, como suele ser habitual, está más diversificada y existe una enorme variedad de fórmulas preelectorales. La capacidad de los partidos para presentar candidaturas a nivel municipal es un indicador de su penetración territorial, y por ello suelen hacer muchos esfuerzos para estar presentes en el mayor número de municipios, razón por la cual abundan los casos de paracaidismo, es decir, de candidatos que ni residen ni tienen ninguna conexión previa con los municipios en los que se presentan. Pero también es un indicador de la fortaleza del partido, de su potencial para generar incentivos y de sus expectativas futuras. En Catalunya, por ejemplo, por primera vez ERC, coincidiendo con su posición como partido de gobierno en solitario, es la formación que presenta más candidaturas, mientras que el conglomerado post-CiU, hasta hace poco hegemónico, pierde la primera plaza por su división interna y por su salida del gobierno catalán. En el conjunto estatal, Ciudadanos, partido en franco retroceso, ha experimentado numerosas fugas, como Podemos en menor medida, y no ha sido capaz de mantener su presencia municipal.

Y a pesar de que no todos los partidos compiten en todos los niveles de gobierno en juego, ya que no en todas las comunidades autónomas se celebran elecciones, lo que suceda el 28 de mayo tanto a nivel autonómico como a nivel local va a condicionar las expectativas con que los partidos acudirán a las elecciones generales de diciembre. No obstante, no todas las plazas están igual de disputadas, no todas tienen la misma importancia simbólica y no todos los partidos llegan en las mismas condiciones. Según las encuestas, el PP, que experimentó un importante retroceso en los anteriores ciclos electorales, tiene unas perspectivas positivas, en especial desde que Alberto Núñez Feijóo sustituyó a Pablo Casado, revalidó las comunidades de Madrid y Andalucía sin dependencia y Castilla y León, aunque estas parecen haberse frenado al tiempo que el PSOE ha recuperado el pulso, de manera que hay unas zonas en disputa con una elevada competitividad, en las que, hay que tenerlo en cuenta, también intervienen otros actores. Esencialmente, se trata de la Comunidad Valenciana y la ciudad de València, de Aragón, las Islas Baleares, Barcelona y, ya más alejadas del arco Mediterráneo, las ciudades de Sevilla y posiblemente Madrid. Por tanto, de lo que se trata es de saber si alguno o todos los territorios de la antigua Corona de Aragón cambiarán de manos, siendo particularmente relevante la batalla en la Ciudad Condal, ya que en ella confluyen las posibilidades de todos los partidos, incluso las de alguno como Sumar, que no concurre a estas elecciones, y no solo a nivel electoral, sino que pueden determinar su destino.

En estos momentos, en Barcelona hay tres opciones con posibilidades de ganar las elecciones. El PSC con Jaume Collboni, Junts per Catalunya con Xavier Trias y Ada Colau por parte de los Comuns, aunque quien sea alcalde dependerá de las alianzas post-electorales. Para el PSOE, recuperar Barcelona sería un balón de oxígeno, para Junts, una estocada a ERC y posiblemente también al sector más radicalizado del partido -así como un incentivo para recuperar el viejo espíritu convergente y hacerlo valer tras las elecciones generales en clara competencia con los republicanos-, y a Colau le serviría no solo para avalar su controvertida obra de gobierno, sino muy particularmente para proporcionar un trampolín a Yolanda Díaz. E incluso al PP, si sus votos son necesarios, le puede servir para mostrarse como un partido útil capaz de romper los bloques -como acaba de hacer con la ley del ‘solo sí es sí’- cuando la situación lo requiere. En Barcelona se juegan muchas batallas en una y puede ser un ensayo de lo que suceda en el futuro, condicionar cómo lleguen lo partidos a las generales y cual será su papel en el sistema. En un mes salimos de dudas.

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