Representación en el Congreso

Pinocho Tamames

Lo que el economista quería decir pero no dijo es que hay que corregir la ley electoral para privar de representación al nacionalismo periférico

Ramón Tamames, durante su intervención.

Ramón Tamames, durante su intervención. / David Castro

Sergi Sol

Sergi Sol

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El converso Tamames mintió. Eso fue lo más deleznable de una intervención más que trasnochada, senil. No por sus 90 años. Por su nostálgica conversión a los postulados de la peor derecha. A la que decidió representar en un inequívoco achaque de vanidad.

Feijóo se escondió. Esperó a ver qué ocurría. Para apuntarse luego al clamor que repudiaba una moción de censura que solo censuró a su protagonista ante tanto desatino. Eso sí, el líder del PP se ahorró un cara a cara con Sánchez que le habría puesto contra las cuerdas. El presidente español no solo es mucho mejor orador, no tenía que andarse con remilgos pues de VOX no va a necesitar nada. Ni ahora ni tras las próximas elecciones.

Pinocho se enfundó en un argumentario tan populista como falsario. Ni en lo económico atinó. Todo lo arropó de nacionalismo español, castizo. Fundamentalmente en eso cimentó sus argumentos. Y llegó al paroxismo de recurrir a un tópico que no se sostiene a poco que se miren los datos: la sobrerepresentación nacionalista.

Es una mentira tan burda que lo sorprendente es que se recurra a ella. A no ser que en realidad lo que se pretenda es la infrarepresentación. De los grandes partidos del Congreso es al PP al que más barato le salió el escaño en 2019. Seguido muy de cerca por el PSOE. Unos 56.000 votos el diputado. Claro que a Teruel Existe le salió por menos de 20.000. Siempre que pasemos por alto que al diputado turolense del PP -el tercero y último de la provincia- le bastaron 17.000 votos. Pero es que a VOX su diputado ceutí le costó solo 11.000 votos. Y el melillense del PP se sienta en el hemiciclo gracias a 9.000 votos mientras que cada diputado de la CUP salió a 123.000 votos. Peor le fue a Ciudadanos, sencillamente porqué muchos de sus votos cayeron en saco rato al no entrar en el reparto en la mayoría de provincias. Por no hablar del Pacma, que sigue fuera del hemiciclo pese a contar con cerca de un cuarto de millón de votos.

En realidad lo que Pinocho quería decir pero no dijo es que hay que corregir la ley electoral para privar de representación al nacionalismo periférico. Y evitar así su pérfida influencia en Gobierno alguno. Esto es, introducir mecanismos que impidan o minimicen su presencia en la Camara de los Diputados. Esa y no otra era su querella. SOlo que prefirió no verbalizarla para alimentar la ceremonia de la confusión. Claro que a mentiroso sin escrúpulos le gana holgadamente Pablo Casado y sus miserables mentiras sobre la persecución del castellano en las escuelas catalanas. Siempre se puede caer más bajo.

Suscríbete para seguir leyendo