Opinión |
Hoja de ruta

Editorial

Los editoriales están elaborados por el equipo de Opinión de El Periódico y la dirección editorial

Editorial

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Por un nuevo modelo turístico

La reflexión sobre el futuro del sector ha aparcado rechazos viscerales e incorporado componentes ambientales

Turistas con maletas en la Rambla de Barcelona.

Turistas con maletas en la Rambla de Barcelona. / Pere Batlle

Los años de vacas gordas generaron un discurso crítico ante el 'boom 'del turismo urbano en Barcelona -la revisión del de sol y playa ya había llegado antes- en el que se mezclaban componentes muy diversos. Una reacción que tenía justificaciones sólidas en lo que respecta al impacto de los apartamentos turísticos sobre el precio y disponibililidad del parque de viviendas de alquiler. O el desplazamiento del comercio y la restauración de proximidad por parte de la oferta orientada al monocultivo turístico. Bastante menos las tenían las reticencias a los establecimientos hoteleros y a pesar de ello no se acabó de distinguir con suficiente claridad la diferente distribución de beneficios y costes de estas dos realidades en el plan restrictivo de alojamientos aún vigente. Se mezclaba también un rechazo epidérmico a la simple presencia masiva de turistas. Los efectos del parón pandémico sobre las economías de empresas y trabajadores acabó mostrándolo como frívolo cuando esas molestias, solo algunas de ellas verdaderamente incompatibles con la calidad de vida del vecino de Barcelona, cesaron de golpe. Igual que ese parón también demostró que el discurso de la sustitución por otros sectores económicos no era realista a corto y medio plazo. 

Esa visión crítica llevó incluso a acuñar el término 'turismofobia', que llegó a tener algunas manifestaciones de intolerancia que pasaron al olvido temporalmente. Al mismo tiempo, la preocupación por el impacto ambiental de la actividad turística (desde las emisiones generadas por aviones y cruceros hasta el desmedido consumo de agua) han ganado peso entre las preocupaciones. La recogida de opiniones de los lectores con las elecciones municipales de mayo a la vista, en el marco del proyecto Barcelona entre Todos, demuestra que algunas de estas visiones críticas siguen vigentes, pero que en general el estado de opinión ha madurado. Sobresalen las propuestas que abogan por captar viajeros de más calidad (por sus intereses o por su capacidad de gasto), descomprimir y descentralizar las afluencias, proteger los servicios a los vecinos y distribuir mejor los beneficios de esta actividad.

Es en este proceso de asunción de que el modelo turístico admite reformulaciones, pero no una crítica de plano, en el que adquiere valor el Compromís Nacional per un Turisme Responsable presentado este jueves por el Govern. Y aún más el hecho de que haya sido suscrito por 111 entidades, desde Foment del Treball y los gremios de hotelería y restauración hasta sindicatos, colegios profesionales y ayuntamientos, incluyendo significativamente el de Barcelona.

Los objetivos que plantea en materia de eficiencia energética, planificación equilibrada del parque de alojamientos, consumo de agua o calidad del empleo no van acompañados aún de medidas concretas y no son vinculantes. En algunos casos se esquivan patatas calientes (El Prat, Hard Rock Café) o en otros no se pronuncia sobre cuál ha de ser el medio para conseguir un fin (como en el caso del recorte de las emisiones de los cruceros atracados en puerto). Pero el plan es la base de un consenso sobre cuál es la ruta que debe seguir cualquier política de promoción o inversión en el sector en las próximas décadas. Y demuestra que el rechazo primario a una de las grandes fuentes de riqueza del país es, o debería ir siendo, cosa del pasado.