Un sofá en el césped

Rosalía tenía razón

Los jugadores azulgrana  celebrando el triunfo

Los jugadores azulgrana celebrando el triunfo / JORDI COTRINA

Josep Maria Fonalleras

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Es inevitable referirse de entrada a Rosalía y a su Motomami, que el sábado cumplió un año y que, en todo este tiempo, ha sido número 1 y más que eso, un auténtico fenómeno social, económico, musical y lo que cuelga. Los de Spotify, nos lo pusieron fácil a los cronistas, porque solo se trataba de repasar las letras de las canciones de la cantante catalana y colocarlas convenientemente en el discurso sobre el clásico. ¿Solo? Antes del partido me les estudié todas, sin música, porque no estaba para “perreos” y resulta que, como dijo alguien refiriéndose a los nenúfares de Ruben Darío y a sus versos evanescentes, no entendía nada más que las preposiciones.

Aun así, seguí hurgando en la literatura de Rosalía y me quedé con un par de líneas de “Saoko” y otras dos de “Despechá”. Me dije: en función de cómo juegue el Barça, ya tengo media crónica en el saco. En la primera se oye: “Eh, yo soy muy mía, yo me transformo; una mariposa, yo me transformo”. Y en la segunda; “Ya decidí que esta noche se sale, con toda’ mis motomami, con toda’ mis gyale”. 

Huele a Liga

Y aquí, efectivamente, estuvo el quid de la cuestión. El Barça, en la tesitura de ganar prácticamente la Liga o de dejar margen a la recuperación del Madrid y a unas hipotéticas últimas jornadas de infarto, decidió jugar a la transformación. Es decir, el equipo que, en el Bernabéu, en la Copa, pareció un conjunto italiano de los de antes, colgado del marco, salió con un ímpetu salvaje, al menos en esos diez primeros minutos que nos encandilaron. Después, llegaron fases de más sufrimiento, y ese gol tonto en propia puerta, pero también la exhibición de tesón y de garra, a falta de grandes dosis de cualidad. Y llegaron los goles, justo en los últimos minutos, cuando los blancos ya no pudieron reaccionar, ni en el primer tiempo ni en el segundo. Lo importante, sin embargo, es que el Barça se volvió mariposa transformada, porque durante muchos minutos se dedicó a jugar al futbol, quizás por el ambiente, quizás porque sabían que esa era la oportunidad de oro, quizás porque no fuera dicho que el Madrid era superior. 

Rosalía también tenía razón con “Despechá”. La noche del domingo, el día del padre, aun con la crema catalana en la garganta, pudimos comprobar que “salir con todas los motomami” era algo parecido a remar todos a una, con un enorme Sergi Roberto al mando y con un Araújo que la mayoría de veces secó a Vinicius Jr y que, de vez en cuando se animaba incluso a salir escopeteado por la banda, casi como una gacela. Salir era enfrentarse al reto de una plantilla más cohesionada (la del Madrid) pero puede que con menos ganas de juerga que la del Barça. Así lo vimos al final, en una celebración que huele a Liga.  

El club, aquejado de todos los males y con Laporta gimoteando en los escenarios, como en los viejos tiempos, pero sin explicar exactamente lo que pasó con Negreira, solo dando rienda suelta a las emociones, necesitaba urgentemente algo así como cargarse al rival de siempre en el campo. Al final, sufriendo, así fue. Mariposa saliendo de “perreo”. Rosalía tenía razón. 

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