Artículo de Joaquim Coll

Empacho de feminismo

En lugar de felicitarnos y subrayar los éxitos del movimiento feminista el debate se ha vuelto cansino y agrío

Irene Montero

Irene Montero / David Castro

Joaquim Coll

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Según una encuesta efectuada en 32 países europeos, la sociedad española está a la cabeza en sensibilidad feminista, incluyendo a una mayoría de hombres. El 72% de la población considera que hay que seguir avanzando. España está claramente por encima de la media, pero en lugar de felicitarnos y subrayar los éxitos del feminismo el debate se ha vuelto cansino y agrío. Por otro lado, más de la mitad de los españoles, incluyendo a un 44% de mujeres (y el 61% de los hombres) cree que ahora se posterga a los varones, se les discrimina. Es una afirmación contradictoria, pero refleja un sentimiento que va ir reforzándose. Pocos dudan de que hay que hacer efectiva la igualdad, pero también aparece por primera vez la idea de que se pueden estar cometiendo algunos excesos. En lugar de denigrar a quien así lo ve, la alerta debería encenderse porque esa percepción, real o imaginaria, es pasto para la extrema derecha. Tanto en la política como en la sociedad española empieza a haber un empacho de feminismo, cuyas justas reivindicaciones se están convirtiendo en la excusa que utiliza Unidas Podemos y otras fuerzas para un discurso divisivo y sectario.  

Como ha escrito la politóloga Marga León, los grandes consensos feministas de las últimas décadas en España se han resquebrajado. Y ese acuerdo incluía al PP, no lo olvidemos. Con la irrupción de Vox, y la instrumentalización que hace UP y su ministra Irene Montero, la agenda feminista se ha polarizado. El mejor ejemplo es el cisma creado con la ley del 'solo sí es sí', que ha convertido al PSOE en “fascista”, sin olvidar el agrío debate de la ley trans, que ha partido en dos al feminismo, y cuya legislación antes o después también tendrá que ser revisada. Y mientras tanto, Montero cree importante meter en la agenda política el debate sobre las prácticas vaginales que realmente dan placer a las mujeres y el sexo en los días de la regla. Es cómico, por no decir esperpéntico. La causa feminista está muy bien, pero las pifias legislativas, el sectarismo, la verborrea y la insistencia en hablar de ello a todas horas, producen empacho.

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