Nuestro mundo es el mundo | Artículo de Joan Tapia

Quebranto con trompetas

Pedro Sánchez afronta una decisión que puede ser mortal: aguantar o liquidar la coalición con Podemos

Pedro Sánchez e Irene Montero FOTO JOSÉ LUIS ROCA

Pedro Sánchez e Irene Montero FOTO JOSÉ LUIS ROCA / José Luis Roca

Joan Tapia

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Pedro Sánchez hizo en 2020 una apuesta de alto riesgo que en 2019 no quería y por eso se repitieron las elecciones: la coalición con Pablo Iglesias que había dicho -en campaña- que no le dejaría dormir tranquilo. Lo peligroso no era el pacto con un grupo más a la izquierda, sino un Gobierno del PSOE, partido constitucional y de gobierno, con un espacio político de protesta que renegaba de la Transición. Algo indispensable para la investidura de 2020, pero muy frágil. La prueba fue la huida rápida del vicepresidente Iglesias para dar la batalla en la Comunidad de Madrid. Y quedar penúltimo.

Pero Sánchez es obstinado. Y el Gobierno ha hecho cosas (ertes, reforma laboral...). Y para aguantar la coalición dio vara alta a Irene Montero (Podemos) en dos leyes interesantes y trascendentes, pero muy delicadas: la 'ley trans' y la de libertad sexual. Hasta el extremo de que en su primera crisis saltaron la vicepresidenta Carmen Calvo y el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, que habían puesto obstáculos. La 'ley trans' acaba de ser aprobada, pero la de libertad sexual -la del 'solo sí es sí'- que entró en vigor en noviembre ya se ha derrumbado. El deseo de marcar territorio le ha sido fatal y desde su entrada en vigor en noviembre más de 700 condenados por delitos sexuales han visto reducida su condena por los tribunales y más de 70 han sido excarcelados.

Al principio Sánchez, para evitar la pelea, transigió con la tesis de Montero: es una buena ley, pero los jueces reaccionarios la boicotean. Una estupidez porque visto lo que pasaba era inevitable corregirla. A los cinco meses el PSOE ha presentado una proposición de ley para enmendarla y Podemos se ha sublevado y votado en contra. Es la primera vez que el Gobierno se fractura en la votación sobre una ley emblemática. Y además en la víspera de un día emblemático para los derechos de la mujer. No es un traspié. Sánchez no podía seguir aguantando los efectos nocivos de la ley y Podemos ha hecho bandera de no enmendarla. ¿Para distanciarse del PSOE en año electoral? ¿Para hacer candidata a Irene Montero frente a Yolanda Díaz en las generales? ¿Para preparar la ruptura de la coalición? ¿Para forzar a Sánchez a echarles? Solo Pablo lo sabe.

 El fracaso de la ley emblemática del ‘solo sí es sí’ ha provocado el más grave y estruendoso enfrentamiento de los dos socios de Gobierno en toda la legislatura

Lo indiscutible es que una ley emblemática del Gobierno ha salido rana y ha dividido al Gobierno, a la izquierda y a la sociedad. Ahí está la encuesta de este diario del martes. El 57% (mayoría en la derecha, centro y PSOE) están en contra de la ley (por los resultados, o por principio), mientras que un 30% (muchos en el electorado de Podemos) están a favor por creerla casi sagrada. Irrenunciable. Y Sánchez, al fin, ha decidido cortar por lo sano y, apoyarse en los votos del PP, Cs, PNV y PDECat para algo de simple sentido común: rectificar en lo posible una ley que, quizá con buenas intenciones, ha tenido efectos muy contrarios a los buscados y generado alarma social.

Que el PSOE y el PP coincidan no debería ser motivo de escándalo. Los dos grandes partidos deben enfrentarse, pero no practicar una especie de guerra de religión. No han sido capaces de pactar ni la reforma del Consejo General del Poder Judicial y ahora Podemos proclama que pactar con el PP es una traición y amenaza por ello con la pena de ‘excomunión’. Como en la Iglesia preconciliar. 

El martes vimos en el Congreso el derrumbe con trompetas del pacto PSOE-Podemos en una ley muy emblemática a la que ambos -con fines publicitarios- habían convertido en un tótem. “Et maintenant, que vais-je faire”, como decía Gilbert Bécaud en aquella canción. ¿Qué hará ahora Pedro Sánchez? Es obstinado, cauteloso. No habrá decisión rápida. ¿Espera que Podemos marche? Una ministra tan desautorizada dimitiría, pero no es ese el guion de Iglesias, líder fáctico de Podemos. Para Sánchez, el divorcio de Podemos sería admitir públicamente un fracaso ideológico y abrir el melón de otra estrategia de futuro. ¿Es capaz? ¿Lo hará? Poder, puede. Aprobados los Presupuestos y con elecciones en primavera y otoño, seguir gobernando es posible y se libraría de unos aliados que se lo van a poner muy crudo, exigiendo máximos poco racionales, en la 'ley mordaza' y la de vivienda. Mejor congelarlas.

¿Qué hará Sánchez? ¿Seguir o romper? Un salto mortal.

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