Los efectos de la sequía

Volver a Mequinensa

La reaparición del pueblo que yace bajo el pantano de Sau por la sequía hace revivir las historias de Jesús Moncada y el embalse que anegó otras calles en otros tiempos

volver web

volver web / LEONARD BEARD

Carol Álvarez

Carol Álvarez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Son días en los que es fácil volver a la idea de Mequinensa. La sequía castiga de nuevo nuestra geografía, y el ciclo natural ya ha cambiado sus ritmos para acelerar los tiempos de calor, los tiempos de susto climático. Las fotos del campanario de Sau, una punta asomada entre las aguas, son historia, y pisar las calles del municipio que fue anegado para construir el embalse que tenía que garantizar los usos comunes de agua ya vuelve a ser posible. Pero aunque vemos el campanario y toda la iglesia hasta los cimientos por la tele, excursionistas y curiosos paseando y haciéndose fotos en las escasas paredes desnudas de antiguas casas, la vista se nos va al suelo resquebrajado y a la pena, la inquietud que es como un sedimento ya en la conciencia. Otra carga. 

La sequía llegó para quedarse, y un resorte emocional se dispara y nos lleva al recuerdo de Mequinensa, pero no la Mequinensa que se levanta en Aragón, la que celebró hace unos días carnavales y premió un disfraz infantil de 'League of Legends', sino la que dibujó Jesús Moncada con su inolvidable 'Camí de Sirga', como un patrimonio cultural de esos inmateriales que otorga la Unesco y que en su caso queda impreso en la memoria de todo el que lo lee. Lo que queda de ella en el plano físico tiene un sobrenombre poético, el mar de Aragón.

Ya sabemos que la memoria es inventada, y los recuerdos una fábrica de 'patchwork' de momentos vividos, pero el pegamento de ese fondo de armario mental que llevamos a cuestas es la pura emoción. Así es como el campanario solitario de Sau se traspone a la historia de la Mequinensa relatada por Jesús Moncada, y la idea de que quede para siempre el viejo pueblo catalán al descubierto, si el Govern decide vaciarlo para garantizar la calidad de la poca agua que lleva, altamente cargada de lodos, nos lleva a otro momento, como una arruga en el tiempo, como si todo hubiera sido un largo paréntesis y el recuerdo de la iglesia de Sant Romà de Sau asomando tímida sobre un horizonte líquido poblado de peces parezca un sueño, y los más jóvenes solo conozcan un Sau como el de antes de los embalses y pantanos, cuando aún creía alguien que los pantanos y los embalses aseguraban las necesidades de agua de la población.

Construcciones gigantescas vacías que quedarán como legado de una civilización antigua que quedó desbordada por los nuevos ciclos climáticos que ellos mismos habían precipitado. Los embalses tienen también una vida, su ciclo, y la cronificación de la sequía en determinadas zonas ya ha activado proyectos de deconstrucción de pantanos: se calcula que hay 30.000 presas obsoletas entre Francia, Polonia, Reino Unido y España, que no solo no aportan sino que además entorpecen el curso de los ríos, cuenta el investigador de ecología fluvial Arturo Elosegui. 

Cuando Moncada escribió 'Camí de Sirga' lo hizo desde el sentimiento: contó en entrevistas que era la emoción de su infancia y sus paseos en llaut, una embarcación de madera que se empleaba para navegar el Ebro en la primera mitad del siglo pasado y sobre todo durante la segunda guerra mundial, con mercancías y lignito de las minas aragonesas, lo que dio combustible a su imaginación. Tiempos que mezcló con recuerdos de la guerra civil, de historias del pueblo de Mequinensa reales e imaginadas, con el 'shock' final del plan que lo inundó para construir un pantano.

La Mequinensa nueva, con 2500 habitantes, vive entre dos masas de agua, cada vez más reducidas, pero guarda en su museo el tesoro del tiempo vivido, desde las pinturas rupestres que pintaron sus cuevas hasta el rastro que dejaron romanos y árabes y la huella indeleble del agua en su historia, con las historias de un novelista en el corazón de la muestra.

Suscríbete para seguir leyendo