Agua

Alerta máxima en Catalunya: los embalses están al 28% y se teme lo peor

Claves para entender la sequía que azota a seis millones de personas y cuyo fin no se vislumbra aún

Sequía en Catalunya

Sequía en Catalunya /

Jordi Font/Efe

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Cataluña sufre una sequía sin precedentes y ha entrado en fase de excepcionalidad en los sistemas hídricos que abastecen al 80% de la población, lo que representa una ampliación de restricciones en usos agrícolas, industriales y urbanos, aunque sin afectación al agua de boca.

Estas son las claves de la sequía en Cataluña:

Embalses bajo mínimos

Los embalses de las cuencas internas, que son los que gestiona la Agencia Catalana del Agua (ACA), están al 28%, muy cerca del umbral orientativo del 25% en el que se declara el estado de excepcionalidad.

El pantano de Sau, el segundo con mayor capacidad de las cuencas internas de Cataluña, está al 14.62% (hace un año estaba al 48%); es un nivel tan bajo que ha obligado a iniciar el trasvase al mayor embalse, el de Susqueda, que está al 36.81%.

Esta operación se lleva a cabo para evitar que los lodos del fondo del embalse de Sau se mezclen con las últimas capas de agua que aún quedan y empeoren su calidad.

Cataluña también tiene embalses de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), que están al 30%, por lo que la presidenta de este ente, María Dolores Pascual, no descarta restricciones si no hay un cambio de tendencia este marzo, un mes que será "determinante".

Restricciones crecientes

La Agencia Catalana del Agua (ACA) ha ratificado este miércoles el estado de excepcionalidad, que anunció el día anterior el Govern, para el sistema Ter-Llobregat -que nutre el Área Metropolitana de Barcelona- y el acuífero Fluvià-Muga (Girona).

La sequía azota a Cataluña

La sequía azota a Cataluña / El Periódico

Este estado incluye una serie de restricciones para casi 6 millones de habitantes de 224 municipios, entre ellos Barcelona y las grandes ciudades del área metropolitana.

Esta fase debe reducir la dotación de riego agrícola en un 40%, disminuir el 15% en el uso industriales y entre el 15 y el 50% en los usos recreativos.

Queda prohibido el uso de agua para el riego de jardines y zonas verdes de carácter público o privado (excepto el riego de supervivencia de árboles o plantas, que se hará gota o gota o con regadera).

Solo se puede regar el césped en superficies destinadas a práctica federada de deporte, o con agua regenerada en depuradoras o recogida de la lluvia.

Se prohíbe la limpieza de calles, alcantarillado, pavimentos, fachadas o edificios con agua potable.

Solo se pueden llenar parcialmente las piscinas de agua dulce que dispongan de sistemas de recirculación y siempre con las cantidades mínimas para garantizar la calidad sanitaria del agua.

Se establece una dotación máxima de 230 litros por habitante y día, una media en la que se incluyen todos los tipos de consumos (doméstico, agrícola o industrial) y que está lejos de los 117 litros que gasta en casa cada catalán, por lo que a efectos prácticos no hay restricciones en el agua de boca.

No se prevén lluvias suficientes

Tras 29 meses sin llover como debería, prácticamente desde la borrasca Gloria de enero de 2020, la esperanza está depositada en la primavera, pero serían necesarios cuatro meses de lluvia intensa para que las reservas de agua regresen a niveles normales, un escenario poco probable.

Las restricciones pueden ir a más si no llueve

Las restricciones pueden ir a más si no llueve / elperiodico

En todo caso, para pasar a la siguiente fase de emergencia (16% de les reservas), en la que las restricciones serían más severas y afectarían al uso doméstico, también debería ocurrir algo muy improbable: que no llueva ni una gota en un año, según la consellera de Acción Climática, Teresa Jordà.

La nueva 'normalidad' de la sequía

Por el efecto de la crisis climática, la sequía será cada vez más frecuente, pues la ACA estima que, en el horizonte de 2050, habrá una reducción de hasta un 18% de la disponibilidad de agua en Cataluña.

Es una nueva normalidad que fuerza a los ciudadanos a hacer un uso más responsable de un recurso limitado -el consumo doméstico ha aumentado en los últimos meses en lugar de reducirse- y a las administraciones a adaptarse a los nuevos tiempos.

El papel de las desaladoras y la regeneración de aguas

En este proceso de adaptación juegan un papel fundamental las dos desalinizadoras de Cataluña, que empezaron a ganar peso tras la última gran crisis hídrica de 2008.

Desaladora del Llobregat

Desaladora del Llobregat / ATLL/El Periódico

Actualmente, Cataluña dispone de las desalinizadoras de Tordera (al lado de Blanes y en marcha desde 2002) y El Prat (2009), que aportan 80 hectómetros cúbicos al año potables, un volumen que equivale al agua que consume toda la región metropolitana de Barcelona durante cuatro meses.

La Generalitat prevé licitar este año la ampliación, por valor de 250 millones de euros, de la desalinizadora de Tordera (Girona), pero de momento no están prevista la construcción de más plantas de este tipo en Cataluña, según Jordà.

Otra vía que cada vez gana más peso es la regeneración, es decir, cuando el agua usada pasa por una planta de tratamiento para darle un segundo uso, un ámbito en el que la Generalitat ve recorrido; el ejecutivo catalán se ha propuesto doblar el volumen de esta agua en los próximos años.

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Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimatica@prensaiberica.es