Apunte
Beneficios que sí caen del cielo
Endesa se ha convertido en la única energética que reconoce haber obtenido beneficios extraordinarios merecedores de un gravamen fiscal
Rosa María Sánchez
Redactora jefe
Premio Carlos Humanes de Periodismo Económico 2020. Máster Universitario en Investigación en Periodismo por la Universidad Complutense, en 2023. Profesora en el Título de Postgrado Especialista en Información Económica de la Universidad Nebrija. Colaboradora en RNE.
Sí ha habido beneficios caídos del cielo en las eléctricas. Durante la presentación de los resultados obtenidos en 2022, los directivos lo han ido negando una y otra vez, pero al llegar el turno de Endesa, su consejero delegado, José Bogas, lo ha reconocido sin ambages: su compañía obtuvo 500 millones de euros de “beneficios extraordinarios” el año pasado. Es más, ha admitido que de no haber sido por el tope a los ‘beneficios caídos del cielo’ que impuso el Gobierno –al limitar la retribución de nucleares e hidroeléctricas- habrían llovido otros 6.000 millones sobre Endesa solo por los efectos perversos (para los consumidores) de la regulación eléctrica, exacerbados por un precio del gas que llegó a las nubes por efecto de la guerra en Ucrania.
El Gobierno ha decidido imponer dos gravámenes temporales sobre los grandes bancos y energéticas, para hacer tributar los beneficios, a su juicio, extraordinarios obtenidos por ambos sectores al mismo tiempo que familias y resto de sectores productivos sufren los rigores de la inflación y del encarecimiento súbito de los tipos de interés. Hasta ahora, todos los directivos de estos dos sectores han negado la existencia de beneficios extraordinarios: si la gran banca logró en 2022 ganar 20.850 millones, el 28% más que en 2021 (una vez descontados los impactos extraordinarios de entonces) fue por el proceso de “normalización” de los tipos de interés y si los cuatro principales grupos energéticos han ganado en 2022 un total de 12.780 millones, el 41% más que en 2021, no ha sido por beneficios caídos del cielo, sino por las circunstancias del mercado.
Pero Bogas sí ha reconocido en el sector beneficios “extraordinarios”. Lo ha hecho para argumentar que esas ganancias, y no los ingresos, es lo que debería haber gravado el Gobierno si quería ser coherente con su propia retórica: “Estoy de acuerdo en que me pongan un impuesto por los beneficios extraordinarios de esos 500 millones de euros". Y al argumentar así, de paso, lo ha dejado claro: sí había beneficios caídos del cielo.
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