Ucrania, aprender entre ruinas
Sea en la educación presencial o en la digital asistida, hay una figura omnipresente: la del refugio antiaéreo
Celia Zafra
Responsable de comunicación de Save the Children
Caminar por una escuela reducida a cenizas es sentir que se queman palabras que nunca llegaste a aprender, que se borran risas que no has escuchado. Pero sabes que sonaron en esa aula grande, porque recoges del suelo cuadernos escolares con los nombres de quienes seguro que rieron mucho allí hace apenas un año. Oleg, Emma, Irina dibujaron letras redondas y afanosas y un día su colegio, su lugar seguro en el mundo, dejó de serlo de repente.
Más de 3.000 escuelas, como la de Bogdanivka que recorrí, han sido dañadas por la guerra en Ucrania. Es como si la mitad de los centros educativos de toda Catalunya estuvieran inutilizados. Eso implica que el 50% de los niños y niñas -de los más de 7 millones que viven ahora en el país- no puede seguir sus clases con normalidad.
Las bombas y la artillería han destruido completamente 420 colegios, de los que apenas queda alguna pared en pie. En Chernihiv, más al norte del país, dos escuelas apenas separadas por unos cientos de metros corrieron esa (mala) suerte. En la primera, desde las canastas de baloncesto del patio se pueden ver las tripas de un aula, como si de una clase al aire libre se tratara. En la segunda, los pupitres resisten a la intemperie, mientras un grupo de críos se desliza con un trineo por la ladera nevada, con la metáfora de su futuro sirviendo de telón de fondo.
Pero vi también los brotes verdes de la primavera: Save the Children está rehabilitando los colegios que pueden recuperarse, como el de la castigada ciudad de Bucha, en el que gracias a todas las donaciones recibidas se está reconstruyendo una escuela para 1.500 alumnos, con un aporte de cerca de 178.000 euros. La directora del cole, Ludmila, lleva el recuento exacto de las 160 ventanas y 77 puertas que ha habido que sustituir.
Cuando reconstruir no es posible, organizamos centros alternativos para que los chicos y chicas puedan seguir sus clases on-line con ordenadores, calefacción y la orientación de tutores. 27.500 niños han acudido ya a estos servicios educativos y nuestro objetivo es abrir 100 centros de educación digital por todo el país este año 2023. Hay dos millones de niños siguiendo esta educación en remoto forzada, pero es que, en un país funcionando a la mitad de su capacidad energética, a menudo hay cortes de electricidad que suponen que 1 de cada 2 niños sea incapaz de seguir sus lecciones en casa. Por eso, estos centros abiertos a la comunidad son “un bote de rescate”, nos decía un profesor.
Sea en la educación presencial o en la digital asistida, hay una figura omnipresente en esta Ucrania de hoy: la del refugio antiaéreo. El viernes antes de que llegáramos al colegio número 20 de Chernihiv, las sirenas obligaron a los alumnos más pequeños de este centro a protegerse en el sótano cuatro veces en un mismo día. Bajan en orden, dejan su mochila, ignoran el frío y la humedad bajo una manta, y siguen con su clase de inglés como si lo anormal fuera normal, como si “war” fuera solo una palabra nueva en su libro de texto.
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