Artículo de Patricia Blanquer

Crecer, generar riqueza y redistribuir

Corregir el ensanchamiento de brechas que se evidencian como injustas es un compromiso colectivo que fortalece y consolida nuestra democracia

La economía española creció un 5,5% en 2022, por encima de las expectativas

La economía española creció un 5,5% en 2022, por encima de las expectativas

Patricia Blanquer

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A lo largo de estas últimas semanas, el Gobierno, diferentes organismos e instituciones independientes han publicado sus nuevas previsiones de crecimiento correspondientes al año 2022. Y todos coinciden en superar sus previsiones iniciales. Cabe resaltar que Instituciones como la AIREF (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal), que pronosticaban cerrar el año con recesión económica técnica, mejora hasta en nueve décimas el crecimiento del PIB real, llegando a la cifra de un 5,3%. Una mejora que nos permite, una vez más, comprobar la fortaleza, solvencia y capacidad de superación de nuestro país. 

La sociedad española ha tenido que lidiar no solo con las dificultades sobrevenidas por los efectos de la guerra en Ucrania, como la inflación, sino también, con los malos augurios que amenazaban, pero que no han conseguido, minar su confianza.

El éxito del crecimiento de nuestro país reside en el trabajo y en el talento de todas las personas e instituciones que se desviven por avanzar y construir una sociedad más próspera. Un éxito de país que es colectivo, impulsado por un Gobierno que ha hecho realidad el dar soluciones ante problemas y retos. 

Cabe tener en cuenta que las causas de la inflación han venido por parte de la oferta, por cuellos de botella en la cadena global de suministros y de costes, por el encarecimiento de bienes energéticos y de otras materias primas derivados de la invasión rusa a Ucrania. Situaciones extraordinarias que han requerido ser abordadas de forma extraordinaria.

La conocida como excepción ibérica, los fondos europeos del Next Generation EU, las medidas de apoyo a las familias y sectores más vulnerables ante la subida de los costes energéticos han permitidono solo reducir la evolución de la inflación, llegando a ser el país con menor tasa de inflación de los países de la Unión Europea, sino también generar esperanza, confianza y dar fuerza al motor del crecimiento económico.

Cierto es que las tasas de inflación continúan siendo altas y ejercen un efecto negativo sobre el poder adquisitivo de las personas. Una inflación que, a priori, no afecta a todos por igual y que se convierte en un factor generador de desigualdad. Sin embargo, las medidas adoptadas por el Gobierno de España están consiguiendo contrarrestar algunos de sus efectos más nocivos. Como demuestra el observatorio Caixabank Research, el índice de Gini que mide la desigualdad de ingresos, se ha reducido en un año casi en un punto porcentual evidenciando que las políticas públicas funcionan. Y vistos estos resultados, podemos afirmar que se ha aprovechado bien la mejora de la recaudación con medidas públicas para amortiguar los impactos del alza de precios en hogares y empresas.

Una mejora recaudatoria, es decir, mayores ingresos tributarios, que se han producido porque crecemos, fruto de la recuperación económica. En 2021, crecieron las bases imponibles, recuperada la actividad económica después de una caída muy alta en 2020, y fruto de la protección de las rentas, que hicieron crecer los ingresos tributarios en un 15%, mientras que la inflación tan solo era del 3,1%. Y en 2022, ya sabemos que el crecimiento económico supera el 5,5%, hemos alcanzado niveles históricos de la afiliación a la Seguridad Social, con lo que las bases imponibles también han subido y con ellas, los ingresos recaudados.

El impacto de la inflación sobre la recaudación en el 2022 será mayor que en el 2021 pero no es el factor determinante para su crecimiento. Se recauda más porque se crece más, porque la inversión y el consumo se recuperan y porque se ha pedido contribuir a quien más tiene. Una mayor recaudación que ha servido, primero para hacer frente a los efectos del covid y después para reducir el impacto de la inflación sobre los más vulnerables.

Un esfuerzo que, según estimaciones de la Agencia Tributaria, el total de cambios normativos y de gestión acumulados hasta noviembre de 2022 ha supuesto un impacto fiscal de 6.436 millones de euros.

Corregir el ensanchamiento de brechas que se evidencian como injustas es un compromiso colectivo que fortalece y consolida nuestra democracia. Y en este sentido, se justifican las medidas extraordinarias para pedir un mayor esfuerzo a aquellos que se encuentran en una mejor situación ante la inflación, como ha sido el gravamen a las entidades de crédito. No podemos obviar que el Banco Central Europeo ha subido los tipos de interés para corregir la inflación y, con ello, a la vez que han disparado los beneficios históricos de las entidades de crédito, a la par que se ahoga a prestatarios, elevando sus costes y riesgos de insolvencia. Unos intereses además, que suben en el coste de sus créditos, pero no en la remuneración de los depósitos de los clientes en los bancos. Un gravamen, por tanto, que se convierte en una herramienta de justicia fiscal, necesaria para repartir los costes y evitar que unos pocos se aprovechen de los males de una mayoría social.

En definitiva, crecer, generar riqueza y redistribuir ese crecimiento y riqueza es un objetivo irrenunciable con el que fortalecer la cohesión social y mejorar la convivencia.