Barraca y tangan

Entenderlo

Destacan mucho eso -¡sabía dónde estaba la portería sin mirarla!- como si fuera un gran secreto del juego, pero me atrevería a decir que la portería no se mueve, la portería ocupa su lugar desde el principio de los tiempos

Benzema festeja su gol al Athletic en San Mamés, era el 0-1 del Madrid.

Benzema festeja su gol al Athletic en San Mamés, era el 0-1 del Madrid. / Afp

Enrique Ballester

Enrique Ballester

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Ahora mismo en mi vida alternan dos tipos de partidos: los que veo solo y los que veo con un niño simpático llamado Teo. Los que veo a solas los veo básicamente por dinero, y poco más, no existe mucho misterio en ello. El fútbol es diferente cuando veo partidos con Teo, que resulta que es mi hijo y que tiene 6 años ese tal Teo. La otra tarde se me tumbó encima en el sofá y me dijo ‘no hables y no te muevas, que si hablas o te mueves me entra sueño’ (?). Yo le hice caso, por supuesto, y me quedé callado y quieto porque es importante hacer caso siempre a Teo y, sobre todo, no tratar de entenderlo.

En la tele estaban jugando Barcelona y Getafe. Cuando ve partidos, a Teo le gusta sustituir a los jugadores de verdad por los nombres de sus compañeros. Su equipo juega en fútbol-8, porque todavía son pequeños, por lo que tiene que doblar algunas posiciones en el recuento, pero sabe quién es defensa, quién juega en la banda o en el medio y quién es delantero centro. Hasta ahí todo bien, todo correcto.

Teo estaba a lo suyo, entretenido y medio contento, hasta que escuchó al locutor pronunciar ‘Dembelé’. Enseguida noté que algo no encajaba en su cerebro, pero opté por seguir callado y quieto. Al rato me dijo ‘¿pero Dembelé no se había muerto?’, y yo entonces aún entendía menos. Al final él solo cayó en la cuenta a tiempo: ‘Ah, no, ¡Pelé!’.

No trates de entenderlo (?).

Cuando se jugó el siguiente partido, Teo ya estaba durmiendo. Siempre que se va a la cama me pide que a la mañana siguiente le diga el resultado, pero hay días que estoy tan cansado que ni me acuerdo cuando lo llevo al colegio. Hay días que Teo cruza la jornada con un reproche guardado en el cerebro. Luego, si me ve por la noche o si me llama al trabajo después de cenar, me lo echa en cara con todo el derecho: ‘no me dijiste el resultado y me lo han tenido que decir en el colegio’. Como padre, necesito y prometo mejorar en ello. Es información básica de interés general y el lamento me parece correcto. Eso sí que lo entiendo.

En el siguiente partido, ese que vi ya sin Teo, Benzema marcó un golazo tremendo. Para explicarlo, hubo quien subrayó que Benzema, sin mirar, sabía dónde estaba la portería. Destacaron muchísimo eso. Ojo: que sin mirar sabía dónde estaba la portería. De vez en cuando hay quien sale con eso: increíble, el delantero sabía dónde estaba la portería en todo momento, menudo talento.

Destacan mucho eso -¡sabía dónde estaba la portería!- como si fuera un gran secreto del juego, pero me atrevería a decir que la portería no se mueve, la portería ocupa su lugar desde el principio de los tiempos. La portería está en el mismo sitio desde que empiezas a jugar de pequeño. Yo he jugado a fútbol muchos años y también sabía dónde estaba la portería sin tener que mirarla. El último de mis problemas jugando a fútbol era saber dónde estaba la portería. Diría que siempre supe dónde estaba mi portería e incluso la del rival, sobradísimo, era así de bueno. De hecho, quizá saber dónde está la portería sin mirarla sea lo único que puedo hacer igual que Benzema en un terreno de juego. Diría que hubo cosas más difíciles en ese golazo tremendo. Diría que ningún ojeador escribe en su informe: ‘el hombre-brújula sabe dónde está la portería en todo momento’.

Diría, pero no sé. Me apetece comentarlo con Teo, que a lo mejor estamos de acuerdo. A ver si mañana no tengo mucho sueño.

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