Artículo de Ana Polo

'El sostre groc': 20 años de abusos en una escuela de teatro

Una radiografía cuidadosísima que explica perfectamente cómo el abuso de poder es la piedra angular de gran parte de la violencia sexual que recibimos las mujeres

Un fotograma de 'El sostre groc', de Isabel Coixet

Un fotograma de 'El sostre groc', de Isabel Coixet / EPC

Ana Polo

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'El sostre groc' es el nombre del documental que disecciona los 20 años de abusos al Aula de Teatro de Lleida; 20 años de impunidad total donde Antonio Gómez, profesor y director del Aula, utilizó su poder para asediar y abusar sexualmente de sus alumnas. Una radiografía cuidadosísima que explica perfectamente cómo el abuso de poder es la piedra angular de gran parte de la violencia sexual que recibimos las mujeres. Como sé que algunos despistados todavía no han entendido muy bien qué es esto del abuso de poder, iremos por partes y examinaremos uno a uno los principales poderes de los que abusó Antonio Gómez. El de ser profesor y director del Aula y estar jerárquicamente por encima de sus víctimas, para empezar. El de tener 15 o 20 años más que sus víctimas, para continuar.

El poder de ser alguien con la personalidad ya formada: un adulto de carácter consistente con las cosas claras, que en ningún caso se relacionará de igual a igual con chicas adolescentes, en edad de crecimiento y en plena formación de la personalidad. Chicas con las cosas no tan claras, más vulnerables y, por lo tanto, más manipulables (sobre todo ante alguien que es su referente directo). Y para acabar, el poder de ser alguien carismático que cuenta con grandes cantidades de capital social en la ciudad de Lleida, que es una figura respetada y admirada por la comunidad y el entorno. Este capital social es la pieza imprescindible que explica cómo una persona puede estar abusando de sus alumnas durante 20 años sin que nadie lo frene.

'El sostre groc' es un documental importante porque explica con calma cómo se articula el abuso de poder en ambientes académicos, artísticos y de ocio. Nos ayuda a entender que consentir hacer algo no es sinónimo de haberlo hecho porque queríamos o lo deseábamos. Evidencia que ante alguien que está por sobre nuestro, la propia libertad desaparece. Pero sobre todo, da voz a las víctimas y les permite poner nombre a la violencia que han recibido. Supervivientes que desde el coraje explican su historia para que no se vuelva a repetir nunca más.

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