Ágora | Por Enrique Guilabert

Salvar la Sanidad pasa por un Pacto de Estado inminente

Especial preocupación nos merece la Atención Primaria en nuestro país, que está en cuidados intensivos y al borde del deceso

Los médicos y enfermeras del Hospital Princesa de Madrid salen a la calle para escenificar el funeral por la sanidad publica, el pasado 4 de diciembre.

Los médicos y enfermeras del Hospital Princesa de Madrid salen a la calle para escenificar el funeral por la sanidad publica, el pasado 4 de diciembre. / JOSÉ LUIS ROCA

Enrique Guilabert

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La sanidad tal y como la conocemos en nuestro país se está asomando a un precipicio del que parece realmente difícil escapar. Estamos actualmente inmersos en numerosas protestas y reivindicaciones por todo el país, que lejos de extinguirse parece que van a multiplicarse por aquellas comunidades autónomas en las que todavía no lo han hecho.

Nadie puede llevarse a engaño. Las organizaciones sindicales, los profesionales y las organizaciones que los representamos llevamos mucho tiempo dando la voz de alarma y solicitando a todas las administraciones que escuchen a quienes la hacen posible. Desde el Consejo General de Médicos participamos en la redacción de 45 propuestas para la reconstrucción del Sistema Nacional de Salud, un documento presentado y expuesto en la Comisión para la Reconstrucción del Congreso de los Diputados que contó con el respaldo de todas las fuerzas políticas, pero cuya aplicación ha sido prácticamente inexistente. Este es tan solo un ejemplo de las innumerables soluciones que se han propuesto por parte de los profesionales.

Asistimos a un bombardeo continuo en los medios de comunicación sobre la falta de médicos. En este punto creo que merece la pena matizar y explicar la situación a la ciudadanía, que son, junto a los facultativos, los principales afectados. En España, la tasa de médicos está por encima de la media de la OCDE, aunque se estima que esa ratio vaya bajando progresivamente. En nuestro país generamos muchos nuevos médicos, de hecho, en los últimos 15 años casi hemos doblado el número de facultades de Medicina, situándonos como el segundo país con más facultades por habitante, solo por detrás de Corea del Sur. No obstante, también es cierto que en la próxima década se van a jubilar más de 70.000 médicos/as y que su reemplazo no está asegurado, por eso es necesario un plan que no solo cubra esas plazas, sino que las incremente ante la demanda asistencial.

Entonces, ¿por qué quedan plazas MIR vacías? ¿Qué pasa con esos médicos que no superan el examen MIR? ¿Qué está pasando? En la reciente Convención de la Profesión Médica, celebrada a primeros de noviembre, tuvimos un espacio para debatir sobre las estrategias y la planificación en recursos humanos en sanidad. En este foro se puso en relieve que el primer paso para poner solución a este gran problema estructural es que resulta imprescindible contar con nuestra participación en la toma de decisiones para garantizar la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud. 

Para hablar de la falta de médicos en el sistema sanitario y hacer una adecuada planificación, lo primero es tener un registro fehaciente de profesionales en pleno funcionamiento porque los datos que tenemos actualmente no son de calidad. Necesitamos saber cuántos somos, dónde estamos y qué especialidades faltan; además de cuestionarnos si la distribución es la más adecuada. Planificar el número de egresados, así como controlar las homologaciones y hacerlas imprescindibles, se antoja clave para pensar en el futuro.Y esto no se está haciendo.

Es cierto que faltan médicos en determinados lugares, principalmente por una planificación aciaga y una gestión de Recursos Humanos que tampoco ha sido la adecuada y que debemos revisar si queremos mantener un sistema universal, equitativo, sostenible y centrado en las verdaderas necesidades de los pacientes, que mantenga y mejore la calidad asistencial y en el que no se pierdan ni derechos ni condiciones de trabajo.

Conseguir más profesionales pasa por una mejor y mayor financiación que contemple medidas inmediatas para fijar médicos, atraer a los que se han ido, mejorar las condiciones laborales y profesionales, fomentar la investigación de los que ya están, mejorar la oferta MIR, así como el proceso de acreditación de unidades docentes con garantías, y reconocer nuevas especialidades.

Especial preocupación nos merece la Atención Primaria en nuestro país, que está en cuidados intensivos y al borde del deceso. A nadie se le escapa que los estudiantes de Medicina no quieren formar parte del músculo de la Atención Primaria en nuestro país, pero ¿por qué?.

En los últimos años, no se ha apostado por la Atención Primaria desde las administraciones, una especialidad que es absolutamente fundamental para el éxito de nuestro modelo. En las ofertas públicas de empleo (OPES) el problema no es tanto el número de médicos que optan a la plaza como las condiciones que se ofrecen y en las que se desarrolla el trabajo, algo que influye en la elección de plazas de formación especializada. En la última convocatoria MIR, en la primera adjudicación, más de 200 plazas quedaron vacías, 93 al final del proceso, mayoritariamente en la especialidad de Medicina de Familia y Comunitaria. Los futuros médicos y médicas no quieren ejercer su profesión en Atención Primaria por razones como: la presión asistencial, las cargas burocráticas, las condiciones contractuales, la falta de incentivos por ejercer en zonas de difícil cobertura, las dificultades para desarrollar una labor investigadora y docente, la pérdida de autogestión en los equipos de Atención Primaria y un largo etcétera. Ahora, la mayoría de estos jóvenes miran a Europa o a la sanidad privada; ya no resulta atractivo el SNS. 

Cuando escuchamos todos los días que faltan médicos, no se está diciendo la verdad, o al menos toda la verdad. No podemos caer en el error de los años 80 cuando había una bolsa de 20.000 médicos en paro al acecho de oportunidades, porque ahora la situación no es la misma, ahora existen muchas más opciones de ganarse la vida con más dignidad fuera. Por todo ello, es absolutamente imprescindible que las administraciones tracen estrategias comunes a todo el territorio nacional para dar respuestas a estos problemas que están quebrando la vocación de los profesionales y al propio sistema nacional de salud.Y esto se llama: Pacto de Estado.

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