'Mindfulness' para todo: Contra la meditación
A veces la insistencia en el 'mindfulness' se parece demasiado a una parálisis temporal, a una suspensión del tiempo y el espacio para aceptar las cosas como son. Pero hay cosas que son inaceptables
Ángeles González-Sinde
Escritora y guionista.
Estaba acostada. Era de noche. Estaba desvelada, demasiado cansada en el cuerpo y atontada en la cabeza para seguir leyendo, pero no lo suficiente como para caer dormida. La cabeza me iba a mil. Los pensamientos daban vueltas como un tiovivo escacharrado. Harta, hice lo que desaconsejan. Cogí la 'tablet'. A menudo, leer las palabras que han escrito otros tal vez en otra época, tal vez a miles de kilómetros de mi dormitorio, me hace sentir conectada y a veces eso es todo lo que necesitamos para salir adelante. No sentirnos solos. Saber que otras personas han atravesado situaciones similares nos quita el miedo y descansamos. De modo que, con la pantalla rompiendo la penumbra, me puse a buscar artículos sobre el insomnio, sobre mi particular tipo de insomnio muy ligado al estado anímico, a los altibajos emocionales.
Fui directa a la web de una universidad estadounidense cuya facultad de psicología me merece todo el respeto por su enfoque social, además de psicológico. Tecleé mi pregunta en el buscador. Al instante, se desplegó una retahíla larguísima de artículos para elegir. Bien. Hasta que miré más despacio. Todos tenían un elemento en común: la palabra 'mindfulness' se repetía. Para cualquier desarreglo moral, emocional o sentimental la solución era la meditación.
Me enfurecí. Me acordé de mi amigo José Aguirre que un día me confesó que relajarse le pone nervioso. Mi problema no era la incapacidad de estarme quieta y en silencio, mi problema justamente era que, si pudiera, me pasaría el día quieta y en silencio. Mi problema se llamaba melancolía, añoranza, desánimo, vacío o cualquier variante de ellos. ¿Era la meditación la única receta? ¿Y por qué la meditación y no otra actividad introspectiva, pongamos, escuchar música, aprender a tocar un instrumento, dibujar, bordar, hacer jardinería, bailar, pasear por el campo, visitar un museo, una galería de arte, apuntarnos a un coro, leer, moldear barro, unirse a un grupo de teatro aficionado…? Por alguna razón, aquellos expertos tan listos y tan santos de mi devoción, solo tenían una palabra mágica que recomendarme: 'mindfulness', meditación para todos y para todo.
Sentí pena de las libreras y editoras, de las galeristas, de las bailarinas, de los pianistas, de las profesoras de canto, de los maestros de cerámica… Las actividades que tienen que ver con la expresión y la introspección, con el hacer para compartir, con la inteligencia de las manos, con el tacto, con la contemplación de la belleza y su participación de ella, no son consideradas beneficiosas para el alma por los grandes popes de la psicología actual. No en primera instancia. En primera instancia, a callarse y a estarse quietitos: el 'mindfulness'. Me sentí herida: endosaban la responsabilidad de estar bien al individuo. Esa idea tan neoliberal de si estás mal es porque quieres.
Sé que vivimos en la era de la auto explotación, de la impaciencia, del aquí y ahora, de las prisas, que hacemos y queremos hacer más de lo que podemos abarcar. Soy consciente de que vivimos en megalópolis que nos tragan y nos lanzan como bolas de acero en un 'pinball' de acá para allá sorteando atascos, del metro al bus, del bus al coche, del coche al parquin y vuelta a empezar. Sé que estamos sobreestimulados, que hemos perdido la capacidad de esperar, de concentrarnos, que nuestra atención merma (los guiones, los mails, los discursos cada vez más breves y más centelleantes para arañar unos segundos de ese destinatario/cliente/espectador desbordado por la inmensa oferta, la enorme competencia), que estamos en la explosión de la cultura de las interrupciones y la provisionalidad. Sé todo eso. Y tiene su lógica que se nos ofrezca esta receta: para y respira, toma nota de dónde estás y cómo. Pero, ¿se acaba ahí el consejo? ¿Y es para todos el mismo? ¿Una nación que meditara al unísono funcionaría mejor? ¿O no es funcionar mejor lo que se persigue, sino aliviarnos un ratín para seguir en la carrera de los autos locos como pollo sin cabeza?
A veces, la insistencia en el 'mindfulness' se parece demasiado a una parálisis temporal, a una suspensión del tiempo y el espacio para aceptar las cosas como son. Pero hay cosas que son inaceptables y contra las que la meditación poco puede hacer. Otras tareas también pueden servir de pausa y hacernos ver la realidad desde otro lugar para impulsar cambios. En general tienen que ver con el crear, el expresar y el sentir libremente y con otros. Es, simplemente, que a nadie le ha dado por promocionarlas. ¿Qué habrá hecho la cultura para merecer esto?
Suscríbete para seguir leyendo
- Hacienda te devuelve 300 euros si tienes un hijo menor de 25 años y 900 si tienes dos: así tienes que ponerlo en la declaración de la renta
- Muere Itxaso Mardones, reportera de Gloria Serra en 'Equipo de investigación', a los 45 años
- Adiós a los cajones de la cocina: la solución con perchas que puedes colocar en cualquier parte
- Pedro Sánchez se plantea renunciar como presidente del Gobierno tras la investigación a su mujer
- El CIS publica una encuesta sobre las elecciones en Catalunya a pocas horas del comienzo de la campaña
- Buenas noticias para los jubilados: la paga extra de verano viene con sorpresa
- Tiempo de Catalunya, hoy, viernes 26 de abril: empieza un esperanzador episodio de lluvias
- Multado con 112.000 euros un bar musical de Vilanova i la Geltrú por permitir el consumo de drogas