Profesor belicoso

La guerra de López, o cuántas vidas sacrificar por la independencia

No me consta de nadie que ante las repetitivas preguntas de López, haya alzado la mano y haya gritado "yo estoy dispuesto a morir por Catalunya"

Héctor López Bofill

Héctor López Bofill / Ricard Cugat

Albert Soler

Albert Soler

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

De vez en cuando Hèctor López publica tuits preguntándose cuántas vidas estamos dispuestos a sacrificar por la independencia de Catalunya, excluidas la suya y las de los suyos, que esas son sagradas. Hèctor López tuvo a bien cambiar el acento de su nombre de pila, de cerrado a abierto, ya que con su apellido podía ser tomado a chacota dentro del lacismo, por lo menos iba tener una tilde catalana en el nombre. No es mucho para ser considerado catalán de bien, pero sus periódicos tuits valorando el sacrificio de vidas hacen el resto.

López, el de la guerra, pasa por escritor y por profesor universitario, para que vean ustedes cómo está en Catalunya la literatura y la universidad. Por supuesto, ha sido candidato de JuntsxTrincheras, que es donde van a caer todos los frikis que en Catalunya son. En el último tuit belicoso, el bueno de López se pregunta la cantidad de vidas que debemos sacrificar para evitar la extinción de Catalunya. Hace un año, el pobre hombre aseguraba no entender que a alguien le aterrorizara un solo muerto por la "emancipación nacional" (sic) mientras se vivían con resignación los muertos por la Covid. Es profesor universitario. Ya sé que lo he dicho antes, pero ante afirmaciones como las mencionadas, es necesario recordarlo.

No me consta de nadie que ante las repetitivas preguntas de López, haya alzado la mano y haya gritado "yo estoy dispuesto a morir por Catalunya". Eso solo significa, o bien que nadie está dispuesto a ello o, tal vez, que nadie se toma en serio a López, a quien incluso entre los suyos empiezan a tener por un chalado. Si quiere que dejen de tomarlo por un payaso con ganas de notoriedad, López debería hacer como Thich Quang Duc, el religioso vietnamita que se prendió fuego sentado en la posición de loto en una atestada calle de Saigón. Sin inmutarse. Sin un solo gemido. Thich Quang no perdía el tiempo preguntando a los demás, prefería dar ejemplo.

López -no sé si he dicho que el lumbrera es profesor- ha de saber que una imagen vale más que mil tuits. Encendido como una tea, calentaría a los peatones, tal vez lograría ser tomado en serio a pesar de su apellido sin necesidad de dar risa en las redes, y tendría por fin la respuesta a cuántas vidas estamos dispuestos a sacrificar: una, siempre y cuando sea la suya.

Suscríbete para seguir leyendo