610,8 km | Artículo de Martí Saballs

Brad Pitt, Angelina Jolie y Château Miraval

El debate sobre la propiedad inmobiliaria de la bodega francesa es una parte fascinante de la lucha judicial entre ambos actores tras su divorcio

Los actores  Angelina Jolie y  Brad Pitt  en Alemania el 2009

Los actores Angelina Jolie y Brad Pitt en Alemania el 2009 / REUTERS/Hannibal Hanschke

Martí Saballs Pons

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Tener una bodega en propiedad ha sido una de las aspiraciones más gratificantes para aquellos que han logrado ahorrar algunos millones de euros con el paso del tiempo. Actores, cantantes, deportistas, empresarios y personalidades variadas se volvieron insaciables para lograr tener sus terrenos en zonas privilegiadas del Viejo Continente y competir, dentro de lo posible, con los bodegueros de toda la vida. De Gérard Depardieu a Joan Manuel Serrat, Lluís Llach, Ronaldo Nazário y Andrés Iniesta. Son unos cuantos nombres reconocidos por haber invertido en tierras españolas. A su lado, ficharon a los mejores enólogos del mercado para poder realzar sus vinos, donde el 'márketing' se convertía en un arma más que poderosa para poder vender. Algunos siguen con el proyecto y otros han fracasado.

En Europa, la operación de compra más famosa y seguida la protagonizaron en 2008 el dúo más dinámico y glamuroso de Hollywood: la pareja formada por Brad Pitt y Angelina Jolie. Compraron la finca Château Miraval en la Provenza, a una hora y 15 minutos de Marsella, por 28,4 millones de dólares. Incluye 500 hectáreas de terreno, de los que 60 hectáreas se dedican a viñedo.

Esta finca era conocida más allá del microcosmos del vino. En los años 70, su entonces propietario, el pianista y compositor francés Jacques Loussier, convirtió Miraval en una de las mecas de los grandes grupos y cantantes del momento. Por sus estudios de grabación pasaron Sting, The Cure, Sade, AC/DC… pero fue el grupo Pink Floyd quien lo convirtió en definitivo lugar de culto. Aquí grabaron en 1979 parte de The Wall. Desde entonces se creó la marca de vino Pink Floyd, que ha perdurado hasta la fecha. Hoy, una botella de rosado Miraval del grupo británico se vende a partir de 20 euros. Hasta la fecha, Pitt ha seguido usando los estudios para sus filmaciones y audios. Unos cuantos siglos antes, en el XIII, Santo Tomás de Aquino, el filósofo escolástico, también pasó un tiempo por esta histórica finca.

La separación de las dos estrellas de cine, anunciada en 2016, ha llenado decenas de miles de páginas. El proceso de divorcio está siendo uno de los más seguidos del planeta. En medio de las reclamaciones, el debate sobre la propiedad inmobiliaria y vitivinícola de Miraval, que una serie de ficción no podría superar. Según Pitt, Jolie vendió el 50% que tenía en Miraval al empresario ruso Yuri Shefler, opositor desde hace 20 años de Vladímir Putin y propietario del productor de vino Tenute del Mondo (asimismo filial del grupo de bebidas Stoli) sin su permiso. Pitt demanda a Jolie y esta contrademanda a Pitt, acusándole -entre otras cosas- de no haber gestionado bien la finca. En medio del lío: acusaciones de ella a él de maltrato de los hijos comunes y de alcoholismo, donde los vinos Miraval alguna culpa debieron tener.

Da la impresión de que el duelo entre ambos seguirá y que el futuro de Château Miraval está abierto. Esta semana, uno de los grandes bodegueros españoles confesaba en un almuerzo que comprarlo sería el deseo de muchos en el sector. ¿Su valor ahora? Incalculable. Escribir en un buscador 'Angelina', 'Brad' y 'Miraval' es adentrarse en una suma infinita de informaciones que empequeñecen otros temas de actualidad. Las botellas de Miraval generan un interés ya mítico que, disculpen el atrevimiento los expertos, casi solo se puede comparar al champagne Pol Roger, el favorito de sir Winston Churchill.

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