Limón & vinagre | Artículo de Emma Riverola

Joan Canadell, hijo de Gurb | Limón & vinagre, por Emma Riverola

Entre los ejemplares más llamativos del universo del 'procés', el empresario brilla con luz propia… que no particular.

El presidente de la Cambra de Comerç de Barcelona, Joan Canadell.

El presidente de la Cambra de Comerç de Barcelona, Joan Canadell.

Emma Riverola

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Eduardo Mendoza acabó su novela sin aclararnos el futuro de Gurb ni de su comandante, aquel alienígena que se paseaba por la Barcelona previa al 92 y que interpretaba la realidad de un modo hilarantemente particular. Veía, oía, pero le faltaba contexto para saber entender lo que realmente ocurría a su alrededor. 

Joan Canadell no ha llegado desde ningún planeta lejano. De hecho, nació en Barcelona (1967), pasó por la Universitat Politècnica de Catalunya y el IESE. En 2014, fue cofundador de Petrolis Independents: logotipo inspirado en la ‘estelada’, impuesto tributado en Catalunya y el compromiso de destinar una parte de los beneficios a la consecución de la independencia. También fue cofundador del Cercle Català de Negocis y, en el 2019, elegido presidente de Cámara de Comercio de Barcelona con una plataforma apoyada por la ANC. Si con la primera operación intentó crear una suerte de contrapoder al muy consolidado Cercle d’Economia, con el segundo consiguió que la élite económica enarcara una ceja. Las aguas turbulentas del ‘procés’ acababan de irrumpir en su letargo. Canadell ganó llamando a “echar a las empresas del IBEX 35” de la Cámara y declarar al rey persona ‘non grata’. Su primera medida fue eliminar el castellano de sus comunicaciones públicas. Después de un año y medio, abandonó su cargo para integrar las filas de Junts y convertirse en diputado en el Parlament.  

Hasta aquí, un currículo insuficiente para mostrar toda la complejidad del personaje. Para adentrarnos en ella, hay que abandonar los lastres de la historia, la ciencia, la literatura e, incluso, de la lógica y el sentido común. Y así, libres como el viento de ataduras racionales, llegaremos a una galaxia muy, muy lejana. “Nos han escondido la historia”, ha afirmado Canadell en numerosas ocasiones. A los catalanes, por supuesto. ¿Quiénes? Los pérfidos españoles, también por supuesto. Nuestro hombre es uno de los avaladores del Institut Nova Història, ese satélite pseudohistórico que afirma que Leonardo da Vinci, Shakespeare, Santa Teresa de Jesús y hasta el Cid Campeador eran catalanes. En ese astro, se afirma que Cervantes escribió 'El Quijote' en catalán y que Colón partió de Pals (Empordà). ¡Y viva el ombliguismo sideral! 

Pero donde se palpa perfectamente la hondura de Canadell es en sus tuits. Ahí se desata su espíritu de guardián de esa particular galaxia. Desde animar a hacer una base de datos de quienes insulten a los catalanes (por si vienen a buscar trabajo “cuando seamos independientes”), a declarar que “los españoles no tienen solución” o que “España es paro y muerte” (en plena pandemia)… Siempre es un buen momento para denigrar a esos pérfidos “colonos”. Aunque, eso sí, es un defensor entusiasta de las medidas económicas de Isabel Díaz Ayuso. ¿Tendrá la presidenta de Madrid genes catalanes? Pero, sin duda, uno de los tuits más ilustrativos de la hondura de Canadell fue el que ilustraba con una fotografía de sí mismo conduciendo. En el asiento del copiloto, la careta de Puigdemont: "Cada día llevo en el coche conmigo a nuestro 'president' Carles". 

El universo del ‘procés’ es rico en especímenes peculiares. Desde los que desfiguran con arcaica e inquietante pompa el peso de la historia (puede indentificárseles cuando engolan la voz con embelesamiento caricaturesco y paladean la pronunciación de ‘molt honorable president’ o de cualquier otra institución o dignidad catalana), hasta los soberbios que tienen secuestrada la razón, incluso cuando reconocen que se equivocaron (y escriben un libro para seguir exhibiendo su arrogancia). Entre los ejemplares más llamativos, Canadell brilla con luz propia… que no particular. 

Si en algún momento creímos que las coordenadas espaciales de Canadell eran únicas, hoy constatamos que no está solo en su universo paralelo. Fueron sus habitantes quienes le convirtieron en político. La militancia de Junts lo eligió para acompañar a Laura Borràs en las últimas elecciones al Parlament. Fue a ella, precisamente, a quien Canadell dirigió una risa cómplice mientras atronaba la pitada contra Carme Forcadell en los fastos del 1-O. En la última disputa entre Junts y ERC, Canadell ha sido de los que han exigido con más ardor el abandono del Govern. En las entrevistas, caía en un bucle infinito: hay que romper el Govern para lograr la independencia, y gobernar para hacer la independencia… Y vuelta a empezar. La realidad es ciencia ficción para los hijos de Trump. Ay, perdón, de Gurb. 

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