Artículo de Verónica Fumanal

JxCat, condenado a desaparecer

La ratonera en la que se metió el partido cuando CiU dio el giro ideológico que promovió la polarización en Catalunya puede ser el mayor harakiri político de los últimos tiempos

La presidenta de Junts, Laura Borràs, y el secretario general del partido, Jordi Turull.

La presidenta de Junts, Laura Borràs, y el secretario general del partido, Jordi Turull. / EFE / Andreu Dalmau

Verónica Fumanal Callau

Verónica Fumanal Callau

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No fue la sentencia del TC, sino la radicalización de CiU lo que inició la polarización en Catalunya. Esta es una de las principales conclusiones del estudio que acaba de publicar el Institut de Ciències Polítiques i Socials sobre la polarización afectiva en Catalunya, un análisis fundamental para hablar con datos sobre cómo influyó el ‘procés’ en los sentimientos de adhesión o distancia respecto a determinados actores políticos. El estudio concluye que la polarización afectiva negativa es un círculo vicioso, ya que las personas menos polarizadas tienden a tener una visión más negativa de la política y distante respecto a todos los partidos, por lo tanto, estos se alejan de la política dejando que el espacio público sea monopolizado por aquellos que están más polarizados; una retroalimentación que continúa aumentado la polarización en el espacio y generando el ambiente negativo que aleja cada día más a los menos polarizados.

El estudio del ICPS analiza toda la serie de datos desde 1995 hasta 2021 y concluye que la polarización en Catalunya se produjo como consecuencia de la división producida por los bloques independentista y no independentista, pero afortunadamente, los datos afirman que la polarización está disminuyendo en la actualidad desde su punto álgido en 2017. Este análisis de los datos resulta tremendamente esclarecedor para saber quiénes son los culpables de llevar a Catalunya a la situación de polarización emocional y política que se sufrió con virulencia durante el ‘procés’ y de la actual reformulación del sistema de partidos que ha llevado al Govern al punto de la ruptura.

¿Explica también el porqué de la consulta que se está llevando a cabo en JxCat? Digamos que aportan una hipótesis. La polarización afectiva ha producido que solo se sientan concernidos por la política los más radicalizados, generando élites políticas que, como las de JxCat, huyen de la negociación y la gestión cotidiana para seguir instalados en la lógica frentista y dicotómica del todo o nada (ruptura). Y en este punto es preciso esclarecer: ¿la dirigencia de JxCat ha tomado la decisión de romper movida por la presión de sus bases? ¿O es la élite la que influenciará a las bases para romper el gobierno? Los procesos de influencia en la política son de doble dirección: ‘top-down’, es decir, desde la élite a los seguidores, o ‘bottom-up’, es decir, desde la base a la élite. El estudio no concluye sobre este particular, pero sí intuye una posible respuesta al afirmar que fue el cambio ideológico de CiU el que promovió la mayor polarización de la sociedad catalana, evidenciando que fueron las élites las que movieron a la sociedad catalana.

Resulta que el órgano regulador de la consulta interna de JxCat ha prohibido que los líderes den su opinión sobre la consulta, algo inaudito, como casi todo en la amalgama postconvergente cimentada por el poder. Ahora que muchos ya se han pronunciado, imponen una especie de censura de broma para que los militantes voten en libertad, intentado evitar la influencia ‘top-down’. Pero ya se sabe, la desobediencia es clave en la ideología de JxCat, y además, las consultas solo se convocan para ratificar una decisión que ya se tomó cuando Junts puso en una situación imposible al ‘president’ Aragonès. Ahora intentan salir de la ratonera que ellos mismos construyeron dejando el futuro de Catalunya, de sus 300 altos cargos y más de 23 millones de nómina, en el aire. Pero la ratonera no fue la propuesta de cuestión de confianza a Pere Aragonès, sino el cambio ideológico de CiU que promovió la polarización en Catalunya y que ha supuesto el que puede ser el mayor harakiri político de los últimos tiempos. Porque tanto si la consulta es afirmativa como negativa, JxCat está condenada a la desaparición, ya que son el resultado más obvio de la polarización y Catalunya ya está en otra pantalla.

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