Artículo de Joan Tapia

La huella de Tarradellas

Ha sido el único 'president' que creía en la unidad y pactó un Gobierno de todos los partidos

La huella

La huella / Leonard Beard

Joan Tapia

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Cuando Catalunya lleva años fracturada entre independentistas y constitucionalistas, y en el soberanismo emerge otra llamativa división entre radicales y gradualistas, fue interesante asistir el pasado jueves a la presentación, en el paraninfo de la antigua Escola Industrial, del documental 'Tarradellas, govern d´unitat', realizado por Albert Solé y Joan Salicrú, que el domingo se emitió por las televisiones de la Xarxa, como también lo hará TVE.

Tarradellas fue un 'president' elegido en 1954, en el exilio, al que luego reconoció el Gobierno Suárez cuando, tras las primeras elecciones de 1977, restableció la Generalitat. Fue la única vez en que la incipiente democracia (aún no había Constitución) se 'tragó' una institución de la II República. Y su retorno -como se indica en el documental- fue recibido con cierta hostilidad por el Ejército que salía de la dictadura. Por el capitán general de Catalunya, Coloma Gallegos, que había sido ministro del Ejército. 

Pero la otra singularidad de Tarradellas es que ha sido el único político catalán que ha presidido un gobierno unitario, que iba desde la UCD al PSUC, pasando por CDC y el PSC. Es más, Tarradellas quería que la unidad no se rompiera al acabar la etapa provisional porque creía que solo desde la unidad se podía negociar con Madrid a la vez con fuerza y realismo. Y en 2022 es triste constatar que la Catalunya que salía del franquismo era más integradora.

El acto, presentado por la anfitriona Nuria Marín, en plena forma por las vacaciones y por haber cerrado un extraño vía crucis judicial, contó con la presencia de Josep Maria Bricall y Montse Catalán, colaboradores históricos de Tarradellas, así como de los presidentes Pujol y Montilla, del líder del PSC Salvador Illa y de varios 'consellers' de Tarradellas, como Ramon Espasa (PSUC), Narcís Serra (PSC) y Joan Josep Folchi (UCD). También de Manuel Millián Mestre, que explicó el papel de Foment en las elecciones de 1980 para evitar una victoria 'frentepopulista' del PSC y del PSUC. La presencia del PSUC en el Govern ya había generado recelos, pero el anticomunista Tarradellas era un realista y sabía que la Generalitat necesitaba la presencia de un partido entonces muy influyente. 

En el documental -y en la posterior entrevista al historiador Joan Esculies, autor de una gran biografía de Tarradellas de 800 páginas publicada hace poco- quedó claro que la convivencia no fue fácil y que los partidos se empezaron a separar de Tarradellas cuando la redacción del Estatut. La razón: Tarradellas quería un Estatut con competencias muy claras pero limitadas, mientras que los partidos querían presumir de muchas competencias. Tarradellas se oponía porque creía que generaría inevitables conflictos con Madrid y que cuando Catalunya discutiera a España competencias compartidas, o no claras, saldría malparada.

Tarradellas, quizás por ser un viejo zorro, supo inspirar confianza en Madrid. Tras la primera entrevista con Suárez afirmó que había ido bien cuando hubo una gran tensión. Martín Villa, ministro del Interior, y Pilar Cernuda, entonces joven periodista parlamentaria, dieron fe de la admiración de Suárez al dejar patente que buscaba un arreglo. Quizás la actitud de Pujol, que el jueves pasado conversaba con satisfacción, cuando escribió (en 'La Vanguardia') que con el nuevo Estatut, el que impulsó Maragall, Catalunya se podía estar metiendo un autogol, tenía algo de tarradellismo. Pujol, que ya quería ser 'president' antes de Tarradellas y que acabó relevándole, es el otro gran protagonista del documental. Pasó de liderar la tercera o la cuarta fuerza en las legislativas del 77 y 79 a ganar por sorpresa las primeras autonómicas. 

Pero Tarradellas y los partidos -todos querían ganar y creían tener las mejores soluciones- no acabaron bien. Tarradellas no quería presentarse sin el apoyo de los partidos, pero aun así el Estatut exigió que el 'president' de la Generalitat debía ser diputado. No fuera a ser… 

Quim Barnolas, periodista de TVE, le pregunto a Joan Esculies, historiador tan riguroso como agudo, qué quedaba hoy en día del espíritu Tarradellas. Corto silencio, luego: “la huella de Tarradellas se nota cada vez que desde las instituciones catalanas no se hace el ridículo”. Pues eso.

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