Javier Marías y Marta Rovira
Es muy sensato que ahora Rovira pregunte cosas tan básicas. Pero si ella y sus compañeros se lo hubieran preguntado en 2017, nos habríamos ahorrado todos muchos problemas
Albert Soler
Periodista
Dice Marta Rovira, y lo dice gimoteando para que no haya dudas de que se trata de ella, que en ERC están desolados por las críticas del 11-S. Debería estar contenta, la creciente animadversión entre facciones lacistas és lo único que puede evitar que el 11-S siga perdiendo gente año tras año. Yo, por ejemplo, estuve a punto de ir a la mani de Barcelona, con la esperanza de asistir a insultos y reproches entre unos y otros, eso sí vale la pena. Al final fui a la comer a la playa, que tampoco está mal. Eso sí, el próximo año no me lo pierdo, porque de seguir al mismo ritmo la inquina que se tienen, en 2023 ya van a llegar a las manos. Si Pedro Sánchez está tan pesado con la mesa de diálogo es por el mismo motivo, para ver si los lacistas se lían a tortazos en la Moncloa, esas cosas son divertidas de ver, hay que reconocerlo.
Entre más gimoteos, la Rovira desafió retóricamente a la ANC a que explique «cómo se hace la independencia hoy». «Queremos saber cómo la declaran, cómo la mantienen, cómo la consolidan, que incluya a todo el país», solicitó la pertinaz llorica. No aclara la niña de las lágrimas por qué no se preguntó todo eso a sí misma en 2017, por qué no se lo preguntaron todos, por qué embarcaron a toda Catalunya en su estupidez, sin pensar cómo declararla, cómo mantenerla y cómo consolidarla. Yo se lo pregunté a todo líder lacista que tuviera a tiro, y me respondían burradas como «es lo que quiere el pueblo», como si lo que quiere el pueblo se convirtiera en realidad, como si el pueblo fuese algo más que la suma de un montón de necios. Es muy sensato que ahora, en los escasos momentos en que sus lágrimas se lo permiten, Rovira pregunte cosas tan básicas. Si ella y sus compañeros se lo hubieran preguntado en 2017, nos habríamos ahorrado todos muchos problemas, algunos mucha cárcel y ella en concreto muchas lágrimas. Ante un proyecto político, no digamos el que se creían traer entre manos aquellos iluminados, lo primero es preguntarse cómo llevarlo a cabo. Si no, no es un proyecto, sino un sueño adolescente, y estos, mejor callarlos.
"No sé si contaros mis sueños. Son sueños viejos, pasados de moda, más propios de un adolescente que de un ciudadano», es el maravilloso inicio de 'El hombre sentimental', de Javier Marías.
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