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Feminicidios fuera de la pareja

La cifra de víctimas asesinadas por padres, hijos o vecinos nos pone delante de los ojos la realidad de la violencia de género que algunos quieren diluir

Violencia machista

Violencia machista / Europa Press

España se ha convertido en el primer país del mundo con una estadística oficial de feminicidios. Ya fue de los primeros estados en contabilizar los asesinatos que se producen en el ámbito de la pareja, pero desde el lunes pasado a los datos de mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas se añaden los crímenes que también incluyen un componente de género pero que se producen en esferas familiares, sexuales y sociales o son de carácter vicario. La secretaria de Estado de Estado de Igualdad y la delegada del Gobierno contra la violencia de género facilitaron los primeros datos oficiales: si, como ya se conocía, entre enero y junio 23 mujeres fueron asesinadas dentro de la pareja, el lunes se supo que en ese mismo periodo de tiempo otras 19 murieron a manos de hombres, todos ellos conocidos por las víctimas, desde padres, hijos o nietos a vecinos o compañeros de piso.

Esta nueva contabilización de los feminicidios representa sin duda un avance en la denuncia de la violencia a la que están sometidas muchas mujeres a lo largo de su vida y no únicamente, como queda claro ahora, víctimas de relaciones en el ámbito de la pareja. La nueva estadística muestra, por ejemplo, que el 60% de las 19 mujeres asesinadas fuera de la pareja tenían más de 60 años, lo que permite visualizar cómo la amenaza machista se prolonga durante toda su existencia como hijas y como parejas pero también como madres o como abuelas. Al igual que el hecho de que sean hijos o nietos los que perpetran algunas de esas muertes refleja cómo algunos hombres reproducen los esquemas en los que se han socializado.

Hace tan solo un par de décadas, la violencia contra las mujeres en el ámbito de la pareja se encontraba aun invisibilizada por las convenciones sociales, el miedo al escándalo y la hipocresía del entorno sociofamiliar. Sin embargo, la decisión de hacer público uno a uno el número de asesinatos de género permitió no solo que se conociera la realidad, imprescindible para saber a qué se enfrentan en su día a día muchas mujeres, sino también para que se produjera una mayor concienciación colectiva y para que tanto las víctimas como las personas de su entorno se atrevieran a denunciar a los agresores. Aun así queda todavía mucho trabajo por hacer para que esa lacra acabe desapareciendo de nuestra sociedad. La educación de niños y jóvenes en la igualdad y el respeto es fundamental para ello, pero también lo es comunicar a la policía los casos de violencia próximos que todavía a día de hoy se ocultan en numerosas ocasiones.

Ahora, la decisión de añadir a esa estadística el resto de los feminicidios ayudará a percibir con mayor claridad cómo las actitudes machistas desembocan en más ocasiones de las que quisiéramos creer en una violencia que puede terminar en un atentado contra la vida de las mujeres. Conocer con datos inapelables que hay más víctimas de género que aquellas que padecen las agresiones de parejas o exparejas hará que tanto las fuerzas policiales como la judicatura y la sociedad en su conjunto sean más conscientes de esa insufrible realidad. Debería servir también para acallar a aquellos que desde posiciones de la extrema derecha se empeñan en negar la existencia de la violencia de género y pretenden diluirla bajo el concepto de violencia intrafamiliar, tan insuficiente como el de violencia doméstica para abarcar un fenómeno en el que el denominador común es la violencia de raíz patriarcal contra la mujer. Y_también para sensibilizar a los que, necesitados de sus votos, tratan a veces de suavizar una realidad que es, a todas luces, insoportable.