Gárgolas | Artículo de Josep Maria Fonalleras

Las puertas de Plensa

No puedo renegar de lo que escribí sobre el artista, pero ahora soy incapaz del elogio. Me decanto hacia el blasmo y el vituperio

Jaume Plensa.

Jaume Plensa.

Josep Maria Fonalleras

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A veces, con determinados artistas, nos ocurre lo mismo que a San Pablo cuando cayó del caballo. Lo vemos todo distinto, después de una iluminación. Vivíamos subyugados por una obsesión y, de repente, nos ciega una luz que nos hace ver la realidad de otra manera. Desde entonces, una vez recuperados del susto, todo lo que considerábamos excelso, poético, magnífico, innovador y fascinante se nos vuelve banal, triste y prosaico y repetido. A mí me pasó con Jaume Plensa, después de ver un documental sobre su obra y sus proyectos. No puedo renegar de lo que escribí en la subyugación, pero ahora soy incapaz del elogio. Me decanto hacia el blasmo y el vituperio, que son característicos de la fe del converso. Con esto quiero decir que quizás entonces no era tan bueno como pensaba ni ahora es tan execrable, su obra, como me parece.

Todo ello viene a cuento por las puertas del Liceu acabadas de estrenar, que "son todo lo contrario de lo que debe ser una puerta" y que "prácticamente siempre estarán abiertas" porque serán "un puente", porque se elevarán "en un homenaje al mundo de los escenarios”. Plensa, eso sí, sabe construir el relato como pocos artistas contemporáneos. Da igual que a estas alturas estemos un poco hartos de cabezas enigmáticas en el horizonte o de esferas que reconstruyen un universo simbólico, en una operación que tiene más que ver con la ingeniería y la maña de los artesanos que con la excelencia estética. Da igual. La cuestión es poder decir que estas Constelaciones del Liceu son "un alfabeto que representa una armonía que celebra la gran diversidad del mundo". A mí, ya me perdonarán, me evocan la verja de una de esas segundas residencias (Casa Dolores, pongamos por caso) que tienen un jardín con esos fabulosos gnomos de terracota policromada. Las puertas de acero inoxidable pesan una barbaridad y serán un icono y "dialogarán con el edificio", que es, de hecho, lo que más le gusta a Plensa, dialogar con los edificios y dialogar con "el mundo más contemporáneo". Y todo esto y todo aquello.

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