Artículo de Albert Soler

Franco contra Catalunya

zentauroepp43968395 kautela180630200823 Un grupo de barcelonesas desfila con soldados del cuerpo marroquí por el paseo de Gràcia, el 27 de enero de 1939.

zentauroepp43968395 kautela180630200823 Un grupo de barcelonesas desfila con soldados del cuerpo marroquí por el paseo de Gràcia, el 27 de enero de 1939. / periodico

Albert Soler

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Pues para haber sido una guerra contra Catalunya como sostenía el difunto Espar Ticó, hay que ver con qué alegría recibieron tantos catalanes a las tropas franquistas cuando entraron en Barcelona, más que al enemigo parecían recibir a los Reyes Magos. Y hay que ver también lo bien que vivieron después muchos de ellos en pleno franquismo, nadie diría que habían perdido una guerra. Se conoce que, en Catalunya, eso de vivir bien a la vez que se declaran oprimidos no es algo que hayan inventado los lacistas, ya viene de largo.

Hay que reconocer que si los catalanes disimularon así de bien que la guerra fue contra ellos, no se quedó corto Franco a la hora de disfrazarlo. Para que no se notara mucho que el enemigo no era otro que Catalunya, bombardeó a base de bien Madrid, Valencia, Jaén, Málaga, el País Vasco y un montón de otros lugares, solo para despistar de su auténtico objetivo. En Badajoz y otras ciudades, se contentó con masacrar a los defensores, aunque nunca con mala intención, que esa la guardaba para los catalanes.

-No, si yo no tengo nada contra ustedes -cuentan que les dijo a los habitantes de Gernika-, si voy a arrasar su ciudad, es solo para que los catalanes no noten que la cosa es contra ellos, no se lo tomen ustedes a mal.

Entonces los habitantes de Gernika y de otras poblaciones con similar destino se quedaban más tranquilos, siempre es un alivio saber que te van a matar sin rencor alguno, sin que tengan nada contra ti, solo para poder llamar Guerra Civil a la guerra contra Catalunya, que ese nombre quedaría feo.

Franco sería buen pescador de atún, pero como estratega militar dejaba bastante que desear. Para derrotar a Catalunya no hace falta una guerra de tres años, ni tan solo de unos meses. Ni siquiera hace falta una guerra. Basta con mandar a Barcelona un par de funcionarios, con sus carpetas por toda arma, a aplicar un 155, y aquí se cuadra todo el mundo. Y el que no se cuadra, huye. Qué desperdicio de guerra y de muertos.

Hablando de muertos, si Espar Ticó coincide en el más allá con Montaigne, este podrá regalarle uno de sus mejores pensamientos: nadie está libre de decir estupideces, lo malo es decirlas con énfasis.

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