Patrióticos encajes de bolillos de Laura Borràs
La expresidenta del Parlament ha tirado de Shakespeare para construir el relato con el que estos días ha tratado de justificar una actuación como mínimo dudosa: la defensa personal enconada bajo la bandera de un bien superior colectivo
Josep Maria Fonalleras
Escritor
Josep Maria Fonalleras
En su vida anterior, como profesora y conferenciante, Laura Borràs preparaba sus intervenciones como un espectáculo. Quiero decir que armaba una charla que no era la habitual exhibición de citas y erudición, sino que se convertía en una divulgación entusiasta, no exenta de erudición y de citas, eso también. Había defensores y detractores de su manera de obrar, porque, políglota como es y conocedora de la historia de la literatura, era capaz de tramar un discurso a la vez atractivo y disperso, sesudo y caótico. A veces, acababa cantando incluso alguna aria de ópera o (me parece recordar) la canción de Kate Winslet en el 'Hamlet' de Kenneth Branagh. Aunque es hija del 1 de octubre, como ella misma ha recordado, también lo es de su vocación de profesora de literatura. Quizás es por eso que Laura Borràs ha tirado de Shakespeare, que conoce bien, para construir el relato con el que estos días ha tratado de justificar una actuación como mínimo dudosa: la defensa personal enconada bajo la bandera de un bien superior colectivo, la megalomanía que se escuda en la heroicidad independentista. Antes de la decisión de la Mesa del Parlament y de su suspensión como diputada y máxima autoridad de la cámara (aunque, como se vio en Ripoll este fin de semana, en un homenaje poético, sigue "haciendo de presidenta"), pronunció una frase histórica que tiene ecos de 'Macbeth': “Los que me quieran muerta, tendrán que matarme y ensuciarse las manos”. No sé si pudo decirla Lady Macbeth, que decidió suicidarse (¡y no precisamente por la autonomía escocesa!) o su marido, mientras defendía el castillo de Dunsinane ante el ataque de los árboles del bosque de Birnam. Lo hubieran podido hacer ambos, al igual que el inicio de su largo, denso, retórico, pausado y dramático pronunciamiento, una vez ya había sido suspendida, podría ser una versión sui generis de la arrebatada (y falsa) defensa de Marco Antonio ante el cadáver de Julio César.
Lo inefable tentó a Laura Borràs. O, al menos, el recurso a la ampulosidad, porque los dos ejemplos que propongo son fruto de momentos críticos, antesalas o consecuencias de una tragedia, mientras que ella recurría a la épica para un episodio que no era de armaduras y espadas, sino de patrióticos encajes de bolillos.
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