Tribuna de Emma Riverola

El rearme nuclear: la tierra yerma

Las armas nucleares amenazan el futuro y lastran el presente, no valen titubeos en su desarme

Un misil nuclear estadounidense lanzado desde un submarino

Un misil nuclear estadounidense lanzado desde un submarino / periodico

Emma Riverola

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Una mujer llena un cubo de agua. Otra se acerca, también con su barreño. Hay más. Cientos. Miles de mujeres llenando sus baldes, vaciando el mar. Al fin, la superficie azul se transforma en una inmensidad desértica. Yerma. Muerta. 

Esta es la imagen de una pesadilla. La soñó el cirujano Moisès Broggi (1908-2012) cuando tenía 4 años, después de un día de playa en la Barceloneta con su madre. Muchos años después, volvió a recordar la imagen. Fue en un viaje a Japón. Asistía a un congreso de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear (IPPNW) que se celebró en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, 44 años después de los bombardeos atómicos. “En pocos segundos -relata Broggi en sus memorias- Hiroshima, una ciudad de más de medio millón de habitantes, quedó convertida en cenizas. Al cabo de pocos días, los efectos brutales de aquel nuevo proyectil se repitieron en Nagasaki. La onda expansiva se extendió a más de 20 kilómetros. La temperatura se elevó a miles de grados, todo lo que era combustible entró en ignición. Se levantó una nube inmensa de polvo con carga radioactiva que se mantuvo en suspensión durante largos meses, oscureciendo la luz solar, y que después se depositó lentamente en la tierra”. Tierra yerma. Tierra muerta.  

El temor a una guerra nuclear era palpable durante la guerra fría. Escritores, músicos y cineastas pusieron palabras, imágenes y ritmo a la desolación. ¿Quién pulsaría primero el botón nuclear? La devastación se antojaba total y definitiva. Con el deshielo político, la trama nuclear cedió el paso a otros desastres. El cambio climático ya bastaba como anuncio de hecatombe final. Mientras, el equilibrio del poder nuclear se iba desestabilizando.  

El desgaste llegó antes de que Rusia invadiera Ucrania. Fue durante la Administración de Trump que Estados Unidos y Rusia se retiraron de los tratados de armas que habían restringido sus arsenales. Solo se mantuvo uno, el New START, que limita a ambos bandos a 1.550 armas estratégicas desplegadas. Las negociaciones para renovarlo se han detenido. A finales del año pasado, unas imágenes por satélite mostraron lo que parecía un nuevo campo de 110 silos para lanzar misiles nucleares en el desierto del Gobi, a 1.200 millas al oeste de Pekín. ¿Qué pretende Xi Jinping?  

Según los últimos datos del SIPRI (Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo), en el mundo hay 13.080 armas nucleares. 3.825 están desplegadas en fuerzas operativas y, de estas, 2.000 están a punto para su uso. Hay nueve estados en el mundo con capacidad para lanzar ataques nucleares: Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte. El SIPRI asegura que estos países siguen modernizando sus arsenales nucleares y que su uso es más probable de lo que ha sido en las últimas décadas. Según datos de Fundipau, en 2020, las nueve potencias nucleares se gastaron 72.600 millones de dólares en el mantenimiento y mejora de sus arsenales. En plena pandemia.  

En el acuerdo de gobierno entre el PSOE y Podemos se acordó la firma del TPAN. Aún no se ha producido

En 2007 nació la Campaña Internacional por la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), que agrupa 607 oenegés de 106 países. Ante la falta de voluntad de las potencias nucleares de avanzar hacia el desarme, consiguieron que las Naciones Unidas aprobara en 2017 el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN). Desde el 22 de enero de 2021, ya es una norma internacional. Ochenta y seis países lo han firmado y 60 más lo han ratificado, entre ellos Austria, Irlanda, México, Nueva Zelanda o Sudáfrica. Este mes, del 21 al 23 de junio, se celebrará la Primera Conferencia del TPAN. Alemania, Finlandia, Noruega, Suecia y Suiza ya han confirmado su asistencia en calidad de observadores.  

En el acuerdo de gobierno entre el PSOE y Podemos se acordó la firma del TPAN. Aún no se ha producido. “Fomentada en las armas, la política actual no conduce a la seguridad, sino más bien a la certeza de la destrucción recíproca”, afirmaba Moisès Broggi. Un ejército infinito de señores de la guerra robando con sus baldes el futuro de la tierra. Las armas nucleares amenazan el futuro y lastran el presente. Cada titubeo en pro del desarme es un avance de la tierra yerma.

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