Tribuna de Joan Roca Sagarra

SOS-tenibilidad: no hay que esperar

Los actores privados tienen la opción de asumir los objetivos de desarrollo sostenibles como propios, pero a las administraciones corresponde la obligación de avanzarse a los cambios y actuar

Turbinas eólicas

Turbinas eólicas / Agencias

Joan Roca Sagarra

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Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que nos ha fijado la Organización de las Naciones Unidas han dejado el concepto de la sostenibilidad en el centro de todos los debates: en el plano social, en el ámbito de las administraciones públicas, en la esfera empresarial, en el cambio climático, en el modelo político, en las ambiciones que hay que fijarnos como sociedad, en las estrategias de negocio o corporativas...

Al mismo tiempo, el mundo ya no es plano, como predecía Friedman, sino que los retos son mayúsculos para conseguir un mundo que, globalizado y sostenible, pueda resultar de acogida para todos nosotros y las siguientes generaciones. Se mira constantemente por el retrovisor y con cierta añoranza una época que, vista con perspectiva, parece que venía marcada por el crecimiento económico, el nacimiento de nuevas oportunidades, y sobre todo por la previsibilidad y la certeza. La historia de la humanidad es una historia de progreso y de crecimiento, de mirar adelante y buscar siempre nuevas oportunidades; y en el momento presente, el cambio es rotundo como para negar que surgirá un nuevo mundo con nuevos ámbitos de conocimiento, nuevos sectores económicos y nuevas oportunidades.

El único condicionante que esta vez nos estamos fijando para este progreso y este potencial crecimiento es que tiene que resultar sostenible. Tenemos que hacer posible que la ambición de mejora que todos perseguimos en los nuevos ámbitos de conocimiento y de interrelaciones socioeconómicas se lleve a cabo desde una perspectiva de sostenibilidad. Y en ningún caso que esta sostenibilidad frene el progreso; que esta diagnosis que nos llega desde las Naciones Unidas y todos aceptamos, con un plan de acción que se concreta en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, no suponga un freno al crecimiento ni al progreso.

Surgirá un nuevo mundo con nuevos ámbitos de conocimiento, nuevos sectores económicos y nuevas oportunidades

La diagnosis es clara y los 17 ODS de las Naciones Unidas nos marcan una clara línea, que administraciones, empresas (públicas y privadas) y ciudadanos tienen que fijarse como objetivos propios. De todos depende. Aunque alguien crea que su aportación puede resultar baja, no tiene que ser este motivo suficiente para no intentarlo. Todo el mundo puede contribuir.

De hecho, a los ODS se han añadido las políticas ASG (Ambiental-Social-Gobernanza) que las empresas están asumiendo. Y como ya denunciaba hace casi tres años la revista 'The Economist', parece como si se estuviera trasladando la responsabilidad de las Administraciones Públicas a la empresa privada. Que la sociedad civil se responsabilice y asuma aquellos objetivos como propios, y esté dispuesta a invertir en modelos más sostenibles, en ningún caso se tiene que observar como una liberación de las obligaciones que corresponden a las administraciones. Los actores privados tienen la opción de asumir este crecimiento sostenible como propio, pero a las administraciones corresponde la obligación de avanzarse a los cambios y, en base a la diagnosis realizada por las Naciones Unidas, actuar. 

No hay que esperar; no se puede hacer depender la aportación de cada cual según la emergencia con que haya que adoptar y tomar las medidas; y así es en especial para las administraciones públicas, que en este ámbito tienen una responsabilidad y obligación específica como gestores del bien común. Las medidas a adoptar para luchar contra el cambio climático no tienen que quedar pendientes de la urgencia con que se puede producir cierto deterioro específico del hábitat: hay que llevarlo a cabo en todo caso y con rapidez, sin espera, sobre todo porque ya se tiene diagnosticado el problema y se sabe cómo se puede actuar. No podemos esperar a que la emergencia sea mayor o la situación llegue a un estado crítico y que solo dependa del lanzamiento de un SOS.

La ola de calor de estas semanas están llevando a primera página de nuestros diarios reacciones y predicciones que subrayan la emergencia de nuevas actuaciones. La diagnosis no es nueva, y en cambio sí que lo es el impacto que ahora sufrimos. No había que esperar. Ya se sabía hace tiempo, y no era necesario tener que sufrir la ola para entender la emergencia del cambio climático.

No podemos plantear las políticas de sostenibilidad según la emergencia o necesidad de una inmediata reacción. No podemos esperar a que la situación sea irreversible. La 'sostenibilidad' no se puede plantear en términos de “SOS-tenibilidad”, sino que hay que plantear la adopción de las medidas simplemente por el hecho de que se planteen como soluciones de calidad, adoptadas con rigor e implementadas de forma eficiente y ágil. Las administraciones no pueden estar pendientes de la prisa o emergencia que requiera una problemática, sino trabajar para superarla tan pronto se tiene el conocimiento de la misma, se tiene diagnosis clara y se disponen de los materiales y recursos para implementar las medidas.

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