Apunte

El largo espectro de la morosidad

Hará falta flexibilidad para combatir el riesgo de insolvencias cuando empiece a subir el precio del dinero

La pescadería de un supermercado.

La pescadería de un supermercado.

Agustí Sala

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La inflación, desbocada desde hace meses y situada en abril en una tasa interanual del 8,3%, está provocando muchos cambios, desde la estructura de la cesta de la compra a las reinvindicaciones salariales para recuperar poder adquisitivo. Pero también está cambiando el panorama que afecta al endeudamiento.

Ya nadie niega que las subidas del precio de dinero, que en EEUU la Reserva Federal ya ha empezado a practicar, se acercan. Podrían comenzar el próximo julio por parte del Banco Central Europeo (BCE). Lo ha insinuado el vicepresidente de este organismo, Luis de Guindos. Y alguna información tendrá al respecto.

Han tomado buena nota los bancos. El presidente de CaixaBank, José Ignacio Goirigolzarri, apuntaba esta semana en la presentación del plan estratégico de la entidad que está llegando el final de este periodo de seis años durante los que los tipos de interés han sido, una vez descontada la inflación, negativos.

Son malas noticias para los endeudados (créditos, hipotecas...). Empezando por el Estado, cuya deuda a se situó en marzo en 1,45 billones, lo que supone el 117,7% del producto interior bruto (PIB). Nada de lo que preocuparse si no fuera porque hay subidas del precio del dinero en el horizonte. Y no digamos para las empresas que flotado con créditos ICO y una moratoria concursal que ha evitado un tsunami de insolvencias.

No es descartable que el Gobierno tenga que poner en marcha nuevos cambios de reglas para evitar el colapso, como ya ha hecho. El espectro de la morosidad es muy alargado y podría truncar una recuperación que pierde fuelle por la guerra en Ucrania. La propia Comisión Europea propondrá mantener la suspensión de las reglas fiscales, acordada para superar el bache de la pandemia, también en 2023. No lo deben ver todo tan claro como para exigir unos esfuerzos que, como sucedió en 2008, acabaron quitando el balón de oxígeno a quienes se asfixiaban. Ante el escenario que se avecina lo mejor es la flexibilidad y tener listas medidas para apoyar a quien atraviesa un bache coyuntural.

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