Más respeto a los migrantes

Leo la noticia del aumento de suicidios en la comunidad filipina de Barcelona, también del deterioro de salud mental más acusado en la población migrante. La pandemia ha castigado doblemente a los más vulnerables. En especial, a aquellos que subsisten en los trabajos más precarios. Pienso en todo el daño que ha hecho Éric Zemmour en las elecciones francesas. Su discurso antiinmigración, tan abierta y descaradamente xenófobo, ha convertido a Marine Le Pen en moderada, en aceptable. Entre ambos han recogido más de 10 millones de votos. 

No hay fórmula mágica contra la ultraderecha. Los llamados cordones sanitarios estimulan la fidelidad de sus votantes y los animan a captar más adeptos. Normalizarlos, incluso integrarlos en gobiernos, puede desnudar sus incapacidades, pero no hay que subestimar su habilidad para ganar respetabilidad. No, no hay medida mágica a la contra, pero sí hay mucho terreno que recorrer en dignificar a las víctimas de sus azotes. Si reconociéramos el compromiso de tantos migrantes, sus jornadas laborales extenuantes y mal pagadas, todo lo que aportan a la sociedad, no aceptaríamos parásitos que pudren la convivencia hablando de ‘ellos’ y de ‘nosotros’. Exigir respeto, quizá esa es la fórmula.  

Suscríbete para seguir leyendo