Artículo de Georgina Higueras

La guerra tensiona las relaciones UE-China

Pekín está muy descontento con la invasión de Ucrania, pero no deja de verla como la antesala de un eventual conflicto entre China y EEUU, por lo que no está dispuesto a dañar sus relaciones con Moscú

Charles Michel, Xi Jinping y Ursula von der Leyen se saludan, por videoconferencia

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Georgina Higueras

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La cumbre virtual UE-China del 1 de abril estaba destinada al fracaso. China soporta cada vez menos las amenazas de Occidente, y la Unión, al igual que hizo EEUU antes de la conversación telefónica entre Joe Biden y Xi Jinping, le repitió hasta la saciedad que si no cumple con las sanciones a Rusia tendrá que pagar un alto precio. Pekín respondió que la OTAN es responsable del conflicto de Ucrania y que China no acepta que le dicten su política exterior. La guerra deja en la cuerda floja las relaciones UE-China y confirma la división del mundo en bloques

Pekín está muy descontento con la invasión de Ucrania, pero no deja de verla como la antesala de un eventual conflicto entre China y EEUU, por lo que no está dispuesto a dañar sus relaciones con Moscú. Su apuesta es dialogar para alcanzar un rápido alto el fuego y se reconforta con sus socios emergentes y otros miembros del G-20, que también se sienten incómodos con los dictados de Occidente, rechazan cumplir las sanciones impuestas a Rusia y lamentan verse afectados ya por una guerra con la que nada tienen que ver. 

La UE es el primer socio comercial de China, con unos intercambios anuales bilaterales en torno a 600.000 millones de euros, pero en los últimos años se ha producido un serio deterioro en las percepciones de uno y otro. La enorme desconfianza generada entierra la esperanza de Pekín de que Europa refuerce su autonomía estratégica, valore los lazos con China y se mantenga neutral en caso d e un enfrentamiento EEUU-China. 

El diario 'Global Times', que recoge algunas de las voces chinas más influyentes, señalaba el sábado pasado que Europa “ha sido secuestrada por EEUU”, dejando en la cuneta su incipiente “autonomía estratégica”. Criticaba duramente las sanciones que “no solo dañan a Rusia sino a todo el mundo” y decía que Bruselas se ha dejado arrastrar por Washington sin tener en cuenta sus propios intereses. 

La economía china atraviesa un año muy difícil, debido en parte a las políticas cada vez más centralizadoras de Xi Jinping y al altísimo coste de mantener a raya el covid, con cierres de algunas de las principales ciudades como Shanghái, Shenzhen y Xi’An, lo que interrumpe las cadenas de suministro y agrava la situación de millones de pequeñas empresas, muchas de las cuales se ven abocadas al cierre. Además, la gigantesca acumulación de deuda (330% del PIB) recorta las posibilidades del Gobierno de hacer, como en el pasado, grandes inversiones. 

En estas circunstancias, las amenazas europeas de limitar las inversiones en China y deslocalizar a otros países sus fábricas han sido recibidas con cajas destempladas. Xi considera que Occidente ha sido irresponsable al usar la economía global como un arma y decretar unas sanciones que alteran el sistema económico internacional y añaden leña al fuego de una crisis mundial alimentaria, energética y económica y financiera, que puede tardar “años o décadas” en superarse.

Pese al rechazo total a las sanciones y aunque el comercio chino-ruso no se ha visto alterado, China ha advertido a las empresas que tengan cautela y limiten la inversión en Rusia para no crear conflictos. Así, la estatal Sinopec ha suspendido las negociaciones para una fuerte inversión petroquímica y una empresa de comercialización de gas en Rusia. No se descarta, sin embargo, que Pekín aproveche que Moscú busca donde vender el gas que suministraba a Europa para firmar otro nuevo acuerdo gasístico, que le permitirá satisfacer sus necesidades energéticas y cumplir su compromiso de ser neutral en carbono para 2060.

Conforme la guerra avanza, el malestar y la frustración de China con Europa se han hecho evidentes. Pekín no entiende la obediencia ciega a Washington, ni la facilidad con que Europa respalda la lucha de Ucrania, en lugar de empeñarse en la vía diplomática. En la reunión preparatoria de la cumbre, el ministro de Exteriores Wang Yi le dijo a Josep Borrell: “En Europa ya no es practicable la vieja mentalidad de confrontación y guerra fría, y la práctica de elegir bandos y dividir el mundo es todavía menos deseable”. 

En las redes sociales chinas hay un claro apoyo a Rusia, aunque la censura no permite que se hable de invasión, ni de guerra, sino solo de conflicto. La gran muralla cibernética gubernamental impide que se cuelen en los hogares chinos imágenes de la guerra y mucho menos de barbaries como la de Bucha.

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