LIBERTAD CONDICIONAL

De Soraya a Isabel pasando por las barcas del vecino

Mujeres que se sienten políticamente distanciadas de Ayuso van a celebrar que haya expulsado a Casado

Ayuso: "Mi compromiso está y seguirá en Madrid"

Ayuso: "Mi compromiso está y seguirá en Madrid"

Lucía Etxebarria

Lucía Etxebarria

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En el 2018, Soraya Sáenz de Santamaría ganó las primarias del PP aupada por los militantes. Luego las perdió en favor de Casado, por una diferencia mínima. Yo no daba crédito. Pero ¿cómo, frente a una señora abogada del Estado, imponían a un chiquilicuatre al que no conocía nadie, al que supuestamente le habían regalado un máster y, siempre supuestamente también, 18 asignaturas de la carrera de Derecho? 

Cuando Casado perdió las elecciones frente a Sánchez, le pregunté a un diputado del PP: "¿Pero acaso ellos no se dieron cuenta de que, frente a Soraya, Casado era una apuesta perdedora?". Y él me respondió: "Lucía, España no está preparada para una mujer presidenta". Yo creo que España sí estaba preparada, pero los compromisarios no. 

Tiempo después, yo salía del edificio de una cadena de televisión y en la puerta me esperaba el coche de producción. Aquel día había habido un accidente en la M-30 y muchos vehículos llegaban con retraso. Allí estaba también un personaje importante del PP de Madrid, que empezó a quejarse de que su coche no aparecía y él llegaba tarde a una cita. Le propuse compartir el mío si él quería , me lo agradeció y subimos los tres. Él, su jefe de prensa y yo. Yo me acomodé en el asiento delantero, y ellos dos iban detrás. Me puse a hablar con el conductor, y ellos empezaron a charlar de sus cosas, ajenos al hecho de que yo soy muy buena en la escucha dicótica simultánea. 

El señor estaba hablando sobre Díaz Ayuso. Los términos que usaba sobre ella eran tremendamente machistas. Niñata, tonta y... cómo no, ida. 

En aquel momento yo no me sentía en absoluto cercana a Díaz Ayuso y, es más, habría podido decir que ella representaba exactamente todo lo que yo desechaba políticamente en mi vida. Pero mi cabeza me hizo clic. ¿Cómo podía alguien de su mismo partido hablar así de ella, sin usar datos ni argumentos, sino solo descalificaciones personales? Yo era completamente ajena al hecho de que a mí me iban a hacer exactamente lo mismo apenas un año después, dentro de otro partido que me estaba tentando para que entrara en sus listas de Madrid. De la misma manera que Isabel le molestaba a aquel señor, yo le molesté muchísimo a alguien y comenzó una campaña de desprestigio salvaje.

En el libro 'Selene y los cuatro elementos' cuento, entre otras muchas historias, una que tiene una base real. Está basada en la de Nerea Nercromina Díaz, quien en su día fue una de las mejores de los jugadores de 'Street Fighter IV' en España y Europa, y que abandonó la competición después de un acoso salvaje. Su equipo prefirió pegarse un tiro metafórico en el pie antes que apoyar a una jugadora mujer. Lo mismo que hicieron sus partidos con Santamaría, con Álvarez de Toledo, con Cifuentes, con Calvo, con Sánchez Caldentey, con Tania Sánchez... Con tantas mujeres en partidos de todos los colores del espectro ideológico. 

En nuestro país se acostumbra a hacer campaña atacando al oponente. Pero no a las diferencias ideológicas, programáticas, sino a las características personales. La política se ha convertido en un ejercicio de confrontación personal, no de ideas.

Las candidatas reciben siempre una etiqueta. A Puigdemont, Rajoy, Sánchez ... se les conoce por su apellido, pero Soraya es «Piggy»; Díaz Ayuso es «ida»; Mónica García es "mema", y Cayetana es "la yegua".

Después se empiezan a divulgar rumores para desprestigiar su trayectoria. Se criticará su físico, su forma de vestir, su edad. Por tanto, la gestión de su imagen, de su campaña, incluye la defensa permanente para legitimar que pueden hacer política siendo mujeres, madres, gordas, viejas o pijas. 

Por eso creo que incluso mujeres que se sienten ideológicamente distanciadas de Ayuso van a celebrar en sus adentros que haya expulsado a Casado. Lo que la izquierda en Madrid iba buscando siempre, el voto femenino, es posible que Ayuso lo consiga sin haberlo siquiera planeado. No olvidemos que muchas veces el voto es emocional y no parte de un razonamiento lógico. En el PP ya se lo han aprendido. Pero otros partidos deberían pensar que cuando las barbas del vecino veas cortar...

Suscríbete para seguir leyendo